Es curioso, pero si tengo que ser sincero, que lo soy aunque más de un disgusto me cueste, no sé por que hemos perdido en casa esa tradición de tener colgado un calendario en la cocina, puesta hasta el año pasado, siempre había alguno pintarrajeado y lleno de anotaciones detrás de la puerta. Supongo que será cosa de los jodidos smartphones que me avisan de supuestos eventos que no tengo ni puta idea que son, porque se sincroniza con Facebook, la Nasa y ese señor espía de la CIA que se supone que nos vigila a todos gracias a las redes sociales y que está bien informado de lo que me gusta un bocadillo de jamón con aceite y tomate para desayunar cada mañana. Y me he dado cuenta que hemos decidido jubilar el jodido calendario de la pared, porque hace un momento he ido corriendo a buscarlo para arrancarle todas las páginas que quedan de aquí a final de año, y es que amigos, amigas, hermanos, hermanas y algún enemigo que seguro que también tengo por ahí aunque me la sude, llevo una racha seguida de discos buenos, pero buenos de verdad, que estoy por cerrar las fronteras de 2017 en vista de que las voy a pasar putas para confeccionar en diciembre es top 10 de discos del año, que algunos nos tomamos como un puro divertimentos y otros como un dogma de vida, sobre todo para desdeñar las listas de otros.
Y he recorrido cada centímetro de la pared para patear el susodicho calendario después de volver a escuchar en bucle el disco de los sevillanos Pinball Wizard. Tíos, gente de bien y sobre todo la de mal, vaya pepinazo de hard rock de toda la vida, borracho de influencias setenteras, tatuado de esencias de los ochenta y con una vocalista, Memphis Jiménez, que es un combinado perfecto entre Janis y Bon Scott. Acompañada por un fabricante de riff llamado Joey DeadCat, y una sección rítmica ajustada y milimetrada compuesta por Cezar Iacob y Sergio Sánchez. El disco abre de manera poderosa con «Come with me», un riff marcado, una batería poderosa y esa voz agresiva, llena de matices rockeros. «Hard rock steals our hearts tonight» suena a declaración de principio, eléctrica, coros cuidados, riff potente, estribillo pegadizo. Se aceleran con «Down the road» y uno imagina que podría haber estado tocando en el Ritz o el Troubador cuando el hard rock dominaba la noche angelina.
«Shout it out and break the sound» se mueve por terrenos más setenteros, aromas a hard rock sureño, a bourbon y carretera. «Good girl gone mad» denota cierto regusto bluesy como unos Cinderella más directos y hard rockeros. «Gimme some love» suena rockera, directa, con mucha melodía. Sube el volumen que esa guitarra se lo merece, estamos escuchando «Shake me, shock me», con el bajo golpeando tu pecho, y mucho, mucho ritmo. «Come on» es puro rock and roll acelerado al máximo, influencias glam, frescura y descaro. Ojo que «Crazy for me» tiene un comienzo descomunal, rollo sureño, riff para enmarcar, esa batería que es un seguro de vida durante toda la grabación. Esa armónica en «Money down» te pone a cien, ambientando un cañonazo cien por cien hard rockero. Termina la fiesta con «Hot dust», que bebe directamente de Led Zeppelin. Un grandísimo disco, que además es el debut de esta gente, lo que te pone los dientes largos de pensar a donde pueden llegar.
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