Recomendada por un miembro importante del “staff” de este medio, como es Carlos Tizón, me acerque a visionar esta muestra de lo bien que se están haciendo las cosas en Corea del Sur, desde el punto de vista cinematográfico, como es obvio. Algo que ya dejó claro Luis Cifer en su especial sobre cine coreano, con una muestra representativa de algunos títulos relevantes que han llegado desde esas exóticas latitudes. He seguido las filmografías completas de Kim Ki-Duk desde que vi “La isla” y “Primavera, verano, otoño, invierno, primavera…” en su estreno en Madrid hace unos cuantos lustros. De allí empecé a interesarme por su concepto de mezclar poesía y belleza con la violencia más descarnada como sucede en Park Chan-Wook en “Old boy” o su trilogía de la venganza  y Bong Joon-Ho, creador de dos películas tan fantásticas como la desasosegante “Memorias de un asesino en serie” y “The Host”, donde por fin podíamos ver a un monstruo de dimensiones colosales hacer lo que se puede esperar de un monstruo de dimensiones colosales; salir sin miedo, a cualquier hora sabiendo lo improbable de ser cazado. Nada de esconderse y tener una conducta más o menos humana.

Bien, pues de estas tierras lejanas nos llega esta “Estación zombie” o “Train to Busan”, cuyo título original se debe a que es donde debe llegar el tren que parte desde Seul, ya que Busán es la segunda ciudad en importancia de la república coreana. Una cinta a tener muy en cuenta para los amantes del cine de terror, que ha ganado premios allá donde ha ido, entre ellos los de mejores efectos especiales y dirección en la última edición del Festival de Sitges. Su responsable es el desconocido en occidente Yeon Sang-Ho, un realizador que el mismo año de producción de esta creaba un largometraje de animación llamado “Seoul station” con un argumento similar: un grupo de personas debe intentar sobrevivir de una epidemia zombie de cualquier forma. En la que nos ocupa, la pandemia se va extendiendo por todo el país asiático y un grupo de personas que han tomado un tren de alta velocidad deben llegar a lugar seguro. El problema es que un infectado se ha colado en un vagón y está convirtiendo a los pasajeros en muertos vivientes. Una historia rodada a ritmo vertiginoso y que funciona de principio a fin, consiguiendo lo que pretenden sus responsables; que nos mantengamos “pegados a la butaca” sin perder un segundo de lo que sucede en pantalla, pero además como sucedía en la anteriormente mencionada “The host”, en medio del caos se permite hablar del valor de la familia; en la de Boon Joon-Ho una disfuncional con el progenitor y su “prole” y aquí con el padre egoísta y sin tiempo para su única hija. Cosas que descolocan al principio pero que al final acaban resultando un acierto.

Rodada con brío, apoyándose en los efectos especiales, pero no dejando que estos sean los absolutos protagonistas, la hora y cincuenta minutos de metraje acaban siendo un ejercicio de estilo, lleno de ideas arriesgadas y filmadas con soluciones imaginativas y que en las escenas de masas da el máximo. Su guion no es que sea de una gran originalidad, pues en todos estos años hemos visto numerosos filmes donde el espacio cerrado y reducido de un tren lo convierte en una trampa mortal, de donde nadie puede escapar. Pero el caso es que funciona a la perfección, reflejando la angustia de los todavía humanos por escapar de la horda: numerosa y hambrienta pero de nula inteligencia. Unos zombies que tienen más de infectados y que se basan en los creados en la magistral “28 días después” de Danny Boyle, tipos rápidos y que atacan sin importar donde, convirtiendo con facilidad al resto en parte de la “manada”. Lejos de los clásicos, lentos y voraces, que solo buscaban alimentarse con cerebros frescos. Así que tenemos un terror moderno, con grandes persecuciones y donde se mezcla el horror con el cine de acción, nada que ver con el “Zombi” de Romero (nuestra cinta favorita del tema) o con las carnicerías de Lucio Fulci, donde lo que resaltaba era el gore.

TRAIN TO BUSAN – Yeon Sang-Ho

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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