Hablar de la banda de Dario Mollo es decir Crossbones. Es hablar de una banda que tristemente paso un tanto desapercibida en la década de los años ochenta. Creada en el 1981, no vio su primer larga duración, y hasta ahora único, bajo el nombre homónimo, hasta 8 años después de ser creada, en el 1989.
Este gran guitarrista italiano sería más reconocido por salir en los álbumes de Tony Martin (exBlack Sabbath),en lo que fue la trilogía de “The cage” o en la banda de Voodo Hill, en el que llego a coincidir con el flamante bajista Glenn Hughes, y con los que ha llegado a grabar tres álbumes. También destacar que una de sus facetas más reconocidas ha sido la de productor, trabajo que ha pesado mucho en su carrera profesional, dejando la de músico en un apartado secundario.
Y ahora, 27 años después de aquel debut, vuelve a poner en la carretera a los Crossbones editando para el sello Frontiers la continuación del que fuera en su día su álbum de presentación, y se nos presenta con este Rock The Cradle. Un segundo disco que no defrauda y que nos sigue mostrando claramente sus influencias y habilidades. La receta es la misma: Hard Rock y Heavy Metal clásico, añadiendo influencias externas como esos samplers que añade en el tema “Navigation”, o los toques rap en el que da título al disco, todo esto con una clara definición y personalidad que el guitarrista italiano se ha trabajado durante su larga trayectoria musical. El cual se muestra, como si fuera un álbum que ha llegado a llevar muchos años el poder componerlo. O al menos eso es lo que a mí me viene in mente cuando escucho el disco en todo su recorrido.
Rock The Cradle tiene una esencia totalmente sinfónica, en la que los teclados juegan una baza muy importante a la hora de confeccionar los temas. Dejando una clara muesca de su recorrido musical a la hora de ejecutar la presencia de la guitarra. La cual suena a Rainbow de la época de Ronnie James Dio, en muchas partes del álbum, por ejemplo en “Take me high”, o “Speed”. Con un intento de llegar a la música de Hughes, pero con una voz, que aunque lo hace de maravilla durante todo el recorrido del álbum, se queda muy atrás del soul del maestro.
No me gustaría terminar sin mencionar que Dario sabe perfectamente con quién rodearse, y esto se puede comprobar en este disco. Ahora sólo queda esperar que la cosa no quede así, y que podamos seguir disfrutando de más discos de la banda.
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