Ya hemos visto unos cuantos ejemplos de cómo los coreanos dotan a sus thrillers de un refinado estilo visual que siempre hace las delicias de los aficionados al género. El hombre sin pasado sigue la sangrienta estela de John Woo y otros muchos films asiáticos de personajes en busca de venganza. El director Lee Jeong –Beom no inventa anda pero sí muestra con inusitada fuerza elementos de sobra conocidos. Una vez más veremos una factura técnica perfecta y un tratamiento de ciertos personajes mucho más elaborado de lo que viene siendo habitual. Son los detalles lo que hace especial a esta película. Sin dejar de ser un adrenalítico film de acción, posee una peculiar mirada dentro del género. No por nada fue todo un taquillazo en su país natal.
Al film le cuesta arrancar mientras nos presenta a un solitario prestamista y una niña que vive en su edificio. La relación entre la niña y el lacónico prestamista está mostrada con una sensibilidad impropia de un film de acción, Lee Jeong –Beom se toma su tiempo y nos muestra los problemas de soledad y abandono que sufre la niña. Ambos personajes están realmente solos. Él lo está deliberadamente, desea vivir aislado, alejado de su doloroso pasado y no precisa contacto humano ninguno. La niña sólo quiere un poco de afecto y nos brinda unas cuantas escenas de ésas en las que se cae el alma a los pies. Pero estamos en un thriller y el melodrama de niños poco atendidos por su madre no podía durar mucho. Los problemas con la mafia de la madre hacen que ésta caiga en las redes de una peligrosa organización mafiosa (tráfico de órganos incluido) involucrando a nuestro protagonista en una mortal carrera contrarreloj. A lo largo de la trama iremos descubriendo pinceladas del oscuro pasado de este personaje que justificarán en cierto modo el apego que siente por una niña. El film se convierte en un competente y sangriento film de acción del cual el espectador no puede apartar la mirada.
Del resto de personajes, pues tenemos los habituales del cine coreano: hay polis buenos, polis muy torpes y malos malísimos que casi caen en la caricatura. Las interpretaciones de los villanos son en general excesivas e histriónicas en claro contraste con el héroe. Un esbirro con fama de sádico será el reverso de nuestro protagonista, pero ya en su primer enfrentamiento (espectacular escena en los baños de una discoteca) vemos que la cosa va a estar muy igualada y que el vencedor de la contienda no lo tendrá nada fácil. Pero he aquí que nos encontramos con un curioso detalle: el asesino a sueldo sufre una cierta fascinación por el protagonista, no son muy diferentes entre sí (tema habitual en el cine oriental), pero el héroe tiene una motivación mientras el villano carece de ella. Nuestro héroe tiene un objetivo por el que luchar y está dispuesto a dar su vida, hecho que parece producir una insana envidia en su enemigo.
Lee Jeong –Beom se desenvuelve como pez en el agua en las escenas de acción (perfectamente coreografiadas) y las dota de una desmesurada intensidad dramática entregando un film recomendable para los amantes del cine de acción que busquen algo más. Yo pasé un buen rato.
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