Permitidme que empiece por el final. Al salir de la sala Oasis he escuchado accidentalmente una conversación telefónica en la que una fémina le decía a su interlocutor(a) que esta noche ha sido una noche de reencuentros con viejos amigos y varios ex. No le faltaba razón. La visita de Peter Murphy ha vuelto a reunir a toda esa gente que crecimos en Zaragoza escuchando los discos tanto de Bauhaus como de Peter Murphy en solitario. Esa gente que íbamos al Agujero negro (nunca he visto un bar al que el nombre le sentara mejor) y garitos por el estilo. Esta noche el respetable en la Oasis tendría una media de cuarenta y tantos años y entre el público había más calvas que cardados. Ha pasado el tiempo, amigos, y ya no somos los mismos, ni nosotros ni Peter Murphy. Me acerco al stand del merchandising y descubro que por 200 euros puedes tener un meet & greet con el artista en su habitación de hotel. Vamos, lo que viene a ser un saludo, un selfie y poco más. Lo flipo, hay que ver el daño que está haciendo la crisis a los artistas. Tras el concierto, se lo propuse a un viejo amigo y todavía se debe de estar riendo.
Al grano, la primera visita a Zaragoza de Peter Murphy se corresponde con su gira semi-acústica Stripped. Lo de semi acústica tiene su sentido. Murphy se presenta acompañado únicamente de dos excelentes músicos (un guitarrista y un bajista/violinista realmente eficaces), no hay batería orgánica (real, vamos) pero se soltaban loops y samplers. Y ahí está ante nosotros sin nada de divismo ni impostura el gran Peter Murphy, el otrora padrino del gótico. Pero todo aquello queda ya muy lejos. Peter Murphy es un artista que, como su admirado David Bowie, ha sabido evolucionar continuamente sin dejar nunca de ser él mismo. Su voz de barítono se mantiene asombrosamente potente a pesar de los años. No mantiene el peso ni el pelo de antaño pero nosotros tampoco. Atrás quedaron el maquillaje y el cuero. Ya no lleva camisetas de rejilla ni se deja la vida en cada actuación. Ha madurado, la fiereza ha dejado paso a la calma y la melancolía. Cuesta creer que ese señor de mediana edad fue una vez el vampiro del pop. Eso sí, la flema británica sigue intacta. Murphy saluda, a veces, entre canción y canción, agradece la asistencia y los aplausos pero no se muestra especialmente comunicativo. Tampoco es ya un animal de escenario que se deja la piel en cada actuación, Mick Jagger solamente hay uno. Peter Murphy es un poeta que se expresa mediante sus canciones. Lo cual no evita que resulte algo distante.
El sonido no ha sido perfecto, de hecho, parece que no ha convencido a Murphy en toda la noche, siempre indicando a la mesa que subieran el volumen de algún monitor. Pero ahí están sus excelentes canciones. La cosa va de íntima. Y funciona francamente bien en los temas más atmosféricos de Murphy como ese inicio con Cascade y la soberbia All night long. Sus canciones de los ochenta suenan perfectas desnudas, desprovistas de esos arreglos ochenteros que a veces no han envejecido bien. Suenan gemas como Indigo Eyes o Marlene Dietrich’s favourite poem que hacen que la temperatura del ambiente suba considerablemente. Ataca Silent Hedges y uno siente que no ha pasado el tiempo con esta bella canción. Por desgracia, la versión de The Bewlay brothers de Bowie ha pasado algo desapercibida a pesar de estar perfectamente ejecutada. Lamentablemente, buena parte del público sigue sin saber guardar silencio en un concierto. Si no tocan una que me sé, me pongo a charlar. Si vas a un concierto, se supone que vas a escuchar y no a charlar mientras los músicos tocan. Es una cuestión de respeto hacia el artista y el resto del público. Así nos va. Hace un breve parón, el obligado me voy pero vuelvo enseguida, y afronta lo que sería el primer y único encore. Murphy retoma el repertorio de Bauhaus (¿para qué renegar de ello?) con All we ever wanted was everything, The three shadows (part I) y Hollow Hills. Reconozco que se me erizó el vello en más de una ocasión. Al fin ha llegado la esperadísima y coreada Bela Lugosi’s dead (tema clave para entender el rock gótico) en la que Murphy sufre de problemas técnicos, parece ser que su cachivache electrónico no acababa de oírse bien, y no se muestra muy contento. Su voz no se resiente pero su actitud dista mucho de ser la que muchos recordamos del film El ansia. Tras un abrupto final, Murphy abandona el escenario como alma atormentada que lleva el diablo. Empieza a sonar la música de la sala pero el público quiere más, mucho más. Por mucho que el público lo ha pedido durante un buen rato, Peter Murphy no ha regresado al escenario.
Han sido 80 minutos de una leyenda que no nos lo ha dado todo. Cierto que ha sido un concierto intenso y emocionante a partes iguales, pero faltaba algo para ser la noche perfecta que los viejos góticos ahí reunidos esperábamos. No puedo ponerle ninguna pega a lo interpretado pero sí a lo que no ha sonado. Yo he echado de menos, por ejemplo, I spit roses. Mientras se me colaban en la fila del guardarropa pienso que Cuts you up o The passion of lovers hubieran sido un final apoteósico. Pero no, ni la apoteosis ni la Epifanía ni la comunión con el padrino del gótico han tenido lugar. No es necesario hacer conciertos de 3 horas como sus coetáneos The Cure, pero 80 minutos han sabido a poco. Quizás Murphy se hartó de la actitud de cierta parte del público o tuviera una extensa fila de fans esperando en la habitación del hotel y no quería que la noche se le alargara. Váyase usted a saber.
Yo no diría decepción pero sí diría que su primera visita a Zaragoza ha sabido a poco.
Hola Luis!
Muchas gracias por la reseña, cioncido contigo que el repertorio quedo «half baked», eche en falta himnos que nunca incomodan, hasta para los mas adeptos.
De hecho, estuve a pocos metros del escenario y pude husmear el setlist:
Cuts you up y I will fall with your knife estaban escritos. Con entonarlos e incluir The prince and old lady shade me hubiese ido servido.Muchos nos quedamos esperando el segundo encore que nunca vino.
Tristemente a loteria del sonido en las salas jugo a «nones» esa noche.
Ya por ultimo permitidme una pregunta, alguien que pueda ayudar con los nombres de los musicos que lo acompañaron??
Un saludo!
V
En el setlist figuraban tres temas más y unas cuantas canciones marcadas como opcionales, pero como el reclamo del primer bis fue más bien tímido por parte del público se lo pensaría y optaría por no regresar al escenario. Lo mismo había pasado la noche anterior en BCN. No sé si nos hemos cansado del rollo bises o si la gente realmente está saturada mediáticamente hablando, pero desde hace un tiempo me doy cuenta que los bises en España no funcionan. Como la gente sabe que el artista volverá igualmente, no se molesta en aplaudir ni en expresar entusiasmo. El Portugal si que dio varios bises, pero porque el público lo reclamó con mucha vehemencia. La capacidad de prestar atención y estarse 2 horas sin mirar el móvil, whatsappear o charlar en vez de seguir el espectáculo por el que has pagado entrada ha ido disminuyendo de forma preocupante. Añade a eso los problemas de sonido y yo que Murphy habría hecho lo mismo. Cumplir con el expediente y adiós muy buenas.
Más allá del sonido, que por momentos fue un desastre y seguramente influyó en la marcha tan brusca de Peter Murphy y en la nula posibilidad de ver otros bises, lo más vergonzoso de todo me pareció buena parte del público, que se dedicó todo el concierto a hablar y charlar sin cesar. De hecho, en muchos momentos se escuchaba más el continuo y molesto rumor de la sala que a los propios músicos. Y ya no es que afecte al sonido, sino que supone una absoluta falta de respeto a los músicos, y en menor medida al resto de asistentes de la sala, que han pagado una entrada para disfrutar de la música sin tener que aguantar el incordio del soniquete de las conversaciones de unos maleducados que, ayer, fueron mayoría. Hubieran estado mucho mejor en su casa, la verdad.
Yo, si soy Peter Murphy, no tardo ni 10 minutos en mandar a paseo a todos y marcharme como alma que lleva el diablo del escenario, algo que terminó haciendo, pero a su debido tiempo y siendo mucho más respetuoso y paciente de lo que muchos hubieran sido en su lugar.
Lo dicho: una vergüenza y una falta de respeto absoluta. No me extraña que Murphy se marchara corriendo y sin despedirse más que con un escueto «thank you» discreto y desganado. Igualito que la noche anterior en Barcelona, cuando los 3 músicos permanecieron abrazados casi 1 minutos despidiéndose del público. Y no, tampoco hubo bises. Pero lo de ayer fue de traca. Sentí vergüenza ajena, la verdad, y es algo que no me pasaba en un concierto en muchísimo tiempo. Pero veo que las cosas siguen igual, o peor. Así le va a esta ciudad, y a este país, en muchos aspectos, especialmente en el artístico y cultural.
Y luego nos preguntaremos por qué la cantidad y nivel de los conciertos en Zaragoza ha disminuido tan alarmantemente hasta resulta ínfimo (más allá del tema económico). Pues no me extraña viendo lo de ayer.
De ahí el comentario de Murphy en repetidas ocasiones: «Esto es un cabaret.» Su actuación por desgracia sirivó de música de fondo para que la gente pasara su viernes noche bromeando y charlando con sus amigos y sacando selfies en grupo. Te puedo asegurar, Danny, que en menor grado el día anterior en Barcelona pasó exactamente lo mismo. Quizá la propuesta acústica para según quien es demasiado lenta y espesa, pero como aquí se ha menciando, un poco de respeto hacia el artista y los demás espectadores no estaría demás. Creo en en ambas actuaciones había mucha gente que solo conocía «Bela Lugosi» y no tenía ningún interés por el resto de temás. Una gran pena. En mayo tuve la suerte de ver el mismo espectáculo en Lisboa, y a pesar de que no tocara dicho himno, los lusos estaban súper atentos desde el primer hasta el último momento y además le arrancaron otro bis con las luces ya encendidas y el escenario ya medio desmontado. La entrega allí fue recíproca. En BCN y ZGZ el espectáculo fue de más a menos, Murphy se desinfló a medida que el público pasaba de él.
Efectivamente, por eso comentaba que lo de aquí fue una vergüenza, pero no es exclusivo de Zaragoza, y en mayor o menor medida también sucede en otros puntos de España. Y así nos va en el tema cultural y artístico, claro.
Coincido plenamente. Una pena la actitud de la gente y una pena que el sonido no fuera el ideal. Tampoco Murphy estaba de su mejor humor.
Pues sinceramente, no se quien o no hablo, pero se que vi a un artista con buena voz pero falto de energia y ganas, tremendamente soporifero y que NO sabe dar en el escenario lo que otros artistas de su edad saben dar.asi que si hay gente que se puso a hablar ,ya estamos en una edad como para que no nos tomen el pelo
El artista puede ser soporífero o no, hacerlo mejor o peor, pero no por ello deja de ser un CONCIERTO, o de merecer un mínimo de RESPETO. Por eso, no hay excusas para lo del viernes. Por muy lejano o distante que Murphy pudiera parecer (y que lo fue a medida que el concierto avanzaba, no será casualidad).
Porque la gente habló desde el primer minuto. Únicamente en esa magnífica apertura con «Cascade» el público se aguantó, más por el impacto inicial que por otra cosa. Pero ya entonces comenzó el rumor incesante, y no se marchó hasta el final.
Por cierto, que yo a un concierto voy principalmente a disfrutar de la música, no a que el músico se comporte como un artista de circo y pretenda ser «colega» del público. Y si un músico me da eso, lo prefiero mil veces a un espectáculo musical mediocre pero repleto de «buenrollismo». Pago para ver música, y el señor Murphy con su edad sigue teniendo voz y talento para dar y vender. Que ya les gustaría a muchos contemporáneos de su época tener la mitad de su capacidad.
Que el tipo de show que ha traído en su gira «Stripped» no sea para todas las bocas, problema del que esperaba otra cosa. Pero el formato del espectáculo se conocía desde mucho antes. Así que, como decía, no puede haber excusas. Porque ya no sólo se faltó al respeto a los músicos, sino al resto de asistentes que pagaron la entrada para poder disfrutar de la música en unas condiciones mínimas, y no lo pudieron hacer, entre ellos yo mismo.
Por supuesto que a un concierto no se va a molestar,o no se deberia, afortunadamente yo estaba en un lado en el que no paso lo k comentas,de hecho habia quietud y silencio.Asi que totalmente de acuerdo con lo que dices a ese respecto ,independientemente de que para mi y para otras personas el concierto a nivel artistico fue un fiasco y una tomadura de pelo, pero eso ya es subjetivo y cada uno tiene sus gustos . Un saludo
Vojo, los musicos que acompañan a Peter Murphy son Emilio China, bajista y violinista; y John Andrews, guitarrista y vocalista.
Hola Manuel, gracias por la info.
Sabia que John Andrews «loudboy» lo acompaña en su gira.
Pero creo que el guitarrista que lo acompaño el viernes por la noche no era el.
Este se llamaba David pero no me quede con el apellido.
Buen concierto que supo a poco, llevo escuchándole desde Bauhaus
Para mi fue una pena, fui a verlo desde Madrid y me quede con ganas de mas.
Un abrazo y gracias de nuevo
V
Yo estaba en segunda fila justo al lado de lo monitores del bajista y a verdad es lo escuché bastante bien pero a veces en las introducciones o momentos más calmados se oía el run run de la gente. No era el público de las primeras filas sino la gente de las barras y el fondo, me pareció a mí. Desde las primeras filas todo es siempre más intenso y el murmullo llega menos. No creo que fuera culpa de Murphy, su repertorio pudo ser calmado pero lleno de emoción y no me pareció soporífero. Se nota que entre el público había gente que fue a charlar y no a escuchar. Una pena. Sí es cierto que el tipo iba a cumplir y poco más, pero en su repertorio hubo verdaderas joyas.
Desde mi punto de vista, tanto artista como ese sector del público dicharachero no estuvo a la altura. El artista no puede estar en un escenario desmotivado porque ese día “Pintan Bastos”, así como el público tampoco debería mostrar desgana de forma descarada por los motivos que sea, porque sino se forma un “feedback” que como resultado se obtiene una experiencia frustrante para ambas partes.
En este mundillo hay un dicho que dice: “El aplauso es el alimento del artista”, pero claro, tampoco nadie está obligado a aplaudir si no se desea (en este caso prestar atención).
En su día, estuve subido en los escenarios y uno se encontraba con todo tipo de público, desde el más entregado hasta el más ausente, influía muchos factores: si tocabas entre semana o en fin de semana, si era para audiencia latina o centroeuropea, si tus canciones eran más o menos conocidas, y así un largo etcétera…
Pero lo que nunca hay que hacer es desinflarse, porque basta que haya cuatro personas disfrutando de tu actuación para que lo des todo, aunque el resto pueda estar despistada haciendo lo que sea, y es ahí donde Peter Murphy no estuvo a la altura…