Isabel Coixet es Isabel Coixet. O amas su cine o lo odias. No hay término medio. Tras esas enormes gafas de pasta se halla una artista de una sensibilidad extrema o una pretenciosa aspirante a snob. O puede que ambas cosas. Todo depende de si conectas con su cine o no. Yo lo tengo complicado a la hora de definirme respecto a ella. A veces sus películas me gustan mientras otras veces me aburren soberanamente. Por poner unos ejemplos, me gustaron mucho Mi vida sin mí o La vida secreta de las palabras mientras me aburrió mortalmente la insufruble Mapa de los sonidos de Tokio. Incluso, pásmense ustedes, me suelen ocurrir ambas cosas en la misma película. Es innegable el halo intelectual del cine de Coixet. A ella no le basta con contar una historia de la forma más fácil posible y ya está. Ella tiene que dejar su impronta, su personal sello a la hora de complicarse la vida.
Nadie quiere la noche es la particular visión del cine de aventuras a través de las gafas de Isabel Coixet. Es un esfuerzo notable por realizar un digno film de aventuras y supervivencia que sea igualmente un viaje interior. El film mantiene el interés y se ve de buen agrado la primera hora. Cierto que luego decae y acaba divagando por esos derroteros intelectualoides por los que Coixet suele perderse cuando se pone profunda (como esas aburridas voces en off reflexionando sobre banalidades mortalmente aburridas). La trama se estanca, como los personajes, y se puede hacer pesada. Avisados estáis.
Si nos ponemos sesudos, algo que que no siempre es recomendable pero que con el cine de Coixet es inevitable, podemos afirmar que Nadie quiere la noche (gran título) es la particular Madamme Butterfly de Coixet. Estamos a principios del siglo XX. Algunos ricos de la metrópoli parece que se aburrían en sus mansiones entre criados y caros ropajes a la última moda decidiendo pasar a la historia como grandes exploradores. Hay que dejar huella para darle un significado a su existencia. El hombre blanco quiere llegar más lejos y más alto que nadie, ser el primero en llegar a sitios a los que nadie había llegado todavía. Una ambición sin límites se apoderaba de estos exploradores que arriesgaban su vida por un sueño. Así, estos exploradores se adentraban en los lugares más inhóspitos del planeta para dejar su huella en la historia y volver al confort de su hogar. El problema es la cantidad de cadáveres que dicha ambición iba dejando por el camino. El hombre blanco se la juega pero son los indígenas quienes realmente sufren las consecuencias de esa ambición sin límites. Y sin nada de la fama ni la gloria.
Coixet no se ciñe a la historia real de Josephine Peary, sino que se inspira en su historia para elaborar su guión. No estamos ante un film histórico, aunque parte de unos personajes y una situación reales. Coixet sabe lo que quiere contarnos y no va a dejar que la realidad estropee su película. Por cierto, me gustó el hecho de que el marido de la protagonista (el controvertido explorador Robert Peary) no aparezca en pantalla. Los personajes masculinos son secundarios, incluido el del gran Gabriel Byrne. Son las mujeres quienes realmente llevan el peso de la película. Estamos ante un drama de mujeres en un entorno hostil. A pesar de sus diferencias deberán unir fuerzas para salir adelante. La mujer de la alta sociedad ha elegido voluntariamente seguir a su marido, pero la inuit interpretada por Rinko Kikuchi no ha tenido elección. Hacia el final el drama se torna tragedia dejando un regusto amargo en el espectador. Es posible que los hechos narrados indignen a muchos y a otros provoquen lágrimas, pero no dejarán indiferente a nadie. Hay que mencionar el sobresaliente apartado técnico, merecidos Goyas a banda sonora, Diseño de producción, vestuario y peluquería.
Coixet sigue con esa vocación internacional que desde sus inicios es una constante en su cine. Impecable Juliette Binoche, gran dama del cine europeo a la que el tiempo no ha restado nada de sus innegables belleza y talento. También Rinko Kikuchi está francamente bien como esquimal. Su tándem con Binoche me parece muy logrado aunque ambas actrices no consigan evitar que el tedio amenace con sepultar al film en el hielo en su recta final.
A pesar de ese tedio final, el resto de film me resultó interesante.
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