No sé si os irán las series, de ser así, supongo que muchos conoceréis Orange is the new black. Situaciones carcelarias en una prisión de mujeres, cuyas dos primeras temporadas me bebí como unas cervezas en un día de calor, casi sin respirar. Pero luego en la tercera, me cansé, de esa sensación de no ir a ninguna parte, en la que a mi parecer, se había embarcado la serie. Al final, cada uno por su lado. Ahora hace poco, me encuentro con una serie de producción hispana, Vis a Vis, situación escénica parecida, incluso cierto parecido entre ambas rubias protagonistas, pero parando ahí de contar.
De momento me he ido acercando con ganas y gusto recompensado a las desventuras internas de la institución penitenciarias, a ver si aguanto el tirón, y no termino aburrido, que últimamente me cuesta engancharme delante de la pantalla del televisor, exceptuando cosas muy señaladas, algo que por suerte no me sucede con lo que escupen mis altavoces.
Hace poco me agencié «Eate» el nuevo disco de Úrsula Strong y Koldo Soret, es decir Niña Coyote Eta Chico Tornado, dúo de batería contundente y riffs afilados. Y es que se han salido tíos, este disco es una pasada, ritmos hipnóticos envueltos en una guitarra furiosa y una batería que no deja sitio al hastío ni el descanso, atrapándote sin remisión y sin sentimiento de culpa alguna, por dejarte llevar al son de su ritmo. Dejate envolver por canciones como «Maui Waui» o «Bide Galaktikoa» a ver si puedes escapar de ella o si quieres hacerlo. Directos a la frente, comienzan con «Diana & Sebastian», letras en euskeras, un riff que recuerda a «The beautiful people». Sigue la ración doble de potencia e intensidad de «Magic edo». Niña Coyote Eta Chico Tornado son como una conjunción imposible de Kyuss y The White Stripes. Ese sonido arenoso y desértico, se palpa en «Asteroide», Ojo, y oido, a «Euphobia», riff monolítico y scratch incluido. «Ariñau» es realmente salvaje, de las que no hacen prisioneros.
«Dantzger» ahonda en ese estilo propio al igual que «Earthquake», donde se pueden notar en esa guitarra, influencias más clásicas, de un Hendrix lisérgico. Sonoridades oscuras, próximas a los amos del invento, es lo que se avecinan en «Coyote trail», con ese riff de escuela Iommi. «Mugak» es otra sucesión racheada de riffs que da paso a «La flor de la muerte» que es como un remanso de paz dentro de una tormenta, que regresa con «Plastikozko lurrina» antes de finalizar con «II». Muy buen disco de este dúo que me hace pensar, donde he estado metido todo este tiempo, mientras ellos construían estas canciones.
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