Esgrimir como argumento la originalidad y no salir perjudicado a la hora de llevar a cabo nuestros designios artísticos es altamente complicado. A menudo se nos inocula la idea de que, quien arriesga en esta vida, gana, sin tener en cuenta los múltiples factores que determinan que un proyecto se adecúe a las necesidades tanto de quien lo ejecuta, como de quien le corresponde juzgarlo. En el aspecto musical, especialmente, en el mundo del Rock y el Metal, estos razonamientos aparecen reforzados por parte de un sector de éste, que reclama abiertamente, que para que el género no se estanque, ha de estar continuamente innovando
Este primer párrafo ilustra a la perfección la propuesta musical de Mind Driller. Cuando se formaron en el año 2011, seguramente no imaginaban que su propuesta –inteligente y arriesgada-, fuese a encontrar tantos elogios por parte de la crítica especializada. Si uno se atiene, en cambio, al camino recorrido por parte de la formación, no es de extrañar que las cosas les estén yendo tan bien. Antes de montar el proyecto, Javier Oriente, principal ideólogo del combo, ya tenía experiencia como músico de Metal industrial con los sensacionales Blood. El conjunto, hasta su disolución, operó en nuestro país sobre la base de una música rica en matices y constelada de referencias a Rammstein y a Paradise Lost, y esa premisa, afortunadamente, también funciona en Mind Driller para nuestro deleite. Después de la edición de un álbum debut en el año 2012 interesante, en el que la banda dejaba entrever por dónde irían los derroteros, el auténtico golpe de autoridad de la formación ha llegado con la edición de su segundo álbum: Zirkus -2015-.
Zirkus no es sólo un álbum de Metal industrial al uso; desde el momento en que suena la primera canción, uno se da cuenta que lo que Javier quiso no era sólo hacer una banda musical, sino toda una oda a la globalización y su impacto en la cultura. Ya desde la magnífica portada, el conjunto madrileño exhibe toda una miríada de referencias procedentes de diferentes crisoles culturales. Por un lado, es difícil no ver la inspiración que, en la banda, ha tenido el cine de serie B; y por otra parte, la cultura alemana del primer tercio del siglo XX y la iconografía del cine de terror. Entrando en el aspecto musical, Mind Driller es un grupo coral, abre un capítulo y cierra otro con una facilidad pasmosa, dando voces a vocalistas de estilos contrapuestos como los de Estefanía Aledo– prometedora vocalista de los no menos prometedores Arise-, Daniel N.Q, y V creando un álbum luminoso a la par que oscuro; cortante a la par que accesible. Canciones como Deadworld, Escape o Psycho no sólo se quedan en el rastro de Rammstein o los no suficientemente reivindicados Die Krupps. En éstas hay, también rastro de los Nine Inch Nails de Pretty Hate Machine –sobre todo del enorme trabajo de programación y digitalización por parte del propio Javier-, o de Ministry de The Mind Is A Terrible Thing To Taste y The Land Of Rape And Honey.
Otro aspecto en el que el combo descolla a la perfección, y lo que lo diferencia de muchas bandas de Metal, es la facilidad con la que conjugan a la perfección los idiomas castellano, inglés y alemán. En muchas de sus composiciones juegan con mucha inteligencia, la musicalidad y belleza del habla de Cervantes y Shakespeare, con la rudeza de la de Goethe. La dicotomía entre la voz del propio de los vocalistas masculinos y la de Estefania Aledo resalta a la perfección; y es de los mejores elogios que puede recibir el conjunto. Mientras ellos ponen la brutalidad, ella la calma que precede a la tempestad. La vocalista alicantina, mucho más alejada del potentísimo registro exhibido en su banda matriz, entrelaza sus cuerdas vocales a la perfección con la de sus compañeros, confiriéndole melodía y solemnidad, equilibrando la faceta más incisiva de la banda con la más melosa, como aludíamos en el párrafo anterior. De esta contraposición jerárquica de estilos vocales, canciones como Lug Mich An y Escape –con un ritmo que, en ocasiones, recuerda, también, a The Sisters of Mercy a los citados Nine Inch Nails, pero en esta ocasión, de With Teeth -2005-, muestran el enorme espectro musical de una banda arriesgada y deseosa de poder regar la planta del eclecticismo en un estilo que, en nuestro país, aún no ha sido lo suficientemente reconocido.
La propuesta de Mind Driller es ambiciosa. Al igual que las bandas del género europeas y norteamericanas, como es el caso de Combichrist, también apuestan por diafanizar la parte musical con la estética. No buscan sólo impactar con sus canciones, sino también en el plano estético. Del mismo modo que la Alice Cooper Band se presentó en 1972 fertilizando la influencia de Ziggy Stardust y Peter Gabriel en Genesis en sus conciertos, White Zombie amalgamaron el espíritu del Southern Rock, la estética cowboy y la Serie Z –que tan omnipresente se haría en su música, como por ejemplo, el gusto por la cultura del fanzine, y el cine de Joseph Lai o Godfrey Ho– y los citados Rammstein, la de las SS, en ocasiones, acompañadas de un cierto deje cyberpunk, Mind Driller han sabido recoger todas estas influencias y verterlas en unas composiciones completísimas y en un álbum, en general, de un alto octanaje y con demasiada personalidad. Deseosos no sólo de verlos tocar, sino de que le den continuidad al proyecto. El Metal español, por el momento, les necesita.
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