Arlington road me pareció en su día un estupendo thriller. No olvidemos que el thriller era un género que estaba muy de moda en los años 90. Arlington road era un thriller inteligente, bien rodado y bien interpretado. Sin embargo, el paso del tiempo lo convirtió en profético. El film pone de manifiesto el poder del miedo para controlar a la población. Un par de años después de su estreno, el 11S modificó para siempre la percepción de seguridad en el primer mundo. También el film parece darle la razón a la famosa frase «El mayor logro del diablo es hacernos creer que no existe». Para los norteamericanos el terrorismo era una cosa del exterior, no era una amenaza interna. También era impensable que un americano pudiera ser terrorista. Lamentablemente, en los últimos tiempos el mundo ha descubierto que el enemigo puede ser cualquiera y que nadie está a salvo. No hay que caer en la paranoia pero nuestra percepción de seguridad nunca volverá a ser la misma.
Basada en los atentados perpetrados por Al-qaeda en los noventa en intereses norteamericanos en el extranjero, esta película nos muestra la posibilidad de un ataque en el mismo corazón de América y por residentes en el país. Nada de terroristas libios (Regreso al futuro) o alemanes (La jungla de cristal), sino americanos de pura cepa que querían cambiar el status quo a base de explosivos. Algo que parecía inverosímil en 1999 pero que dejó de serlo hace tiempo. El peligro que reside dentro de nosotros es siempre mucho más dañino por la dificultad para detectarlo.
Jeff Bridges interpreta al típico personaje que arrastra un trauma del cual le está costando demasiado recuperarse. Esta vez es el asesinato de su esposa. Sin saberlo, ese hecho será determinante en la trama. Quizás sean imaginaciones suyas, pero sus nuevos vecinos (Tim Robbins y Joan Cusack) le generan muchas sospechas. No hay nada concluyente ni definitivo pero las sospechas van en aumento aunque no haya una base sólida para denunciar ante las autoridades. La sensación de paranoia del protagonista irá en aumento mientras se contagia al espectador. Nunca estaremos seguros de si tiene razón o no hasta que quizás sea demasiado tarde. Una tensa calma recorre todo el film mientras sabemos que algo terrible puede ocurrir de forma inminente. Es esa capacidad de inquietar lo que más me gustó de esta película. Ya desde el inicio el film nos ofrece esa cara amarga y trágica del sueño americano que no suele ser mostrada en el cine comercial. La tranquila existencia de un barrio residencial de clase media se ve truncada por un accidente. Un accidente en el paraíso que profetiza lo que vendrá después.
No puedo contar mucho más del film para no estropear su visión a quiénes no la hayan visto, solamente me queda recomendar el talento de unos Jeff Bridges y Tim Robbins perfectos en sus personajes.
Desconozco el motivo, pero la posterior carrera del director Mark Pellington únicamente se puede catalogar de decepcionante. La verdad es que en Arlington road el tipo sabe crear tensión y nada hacía augurar su posterior declive. Quizás sólo tuvo suerte de que esta historia se cruzara en su camino y supo sacarle partido.
Recomendable.
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