No me voy a andar con chiquitas y tampoco quiero negar que Saurom son una banda, en cierto modo especial para mi. Los llevo siguiendo desde los primeros tiempos, desde aquella demo, «Legado de juglares» que grabaron en el 98 y que compré aquel mismo año, que por cierto, grabé a algún miembro de la banda hace ya tiempo. ¡Coño!, como corre el tiempo, 17 años han pasado ya desde entonces, y ocho discos contemplan a la banda, que paso a paso, con firmeza y sin perder el rumbo, se han ido haciendo un nombre, a base de buenos discos, de buenas canciones y grandes conciertos, consiguiendo que su música traspase nuestro país, y asentándose en América Latina, donde se han convertido en una banda muy querida, y correspondida por los miembros del grupo, algo que me consta personalmente, y a quienes han dedicado una canción en este nuevo disco. Por eso, entre mucha gente, a ambos lados del Atlántico, el nuevo disco, «Sueños», estaba levantando expectativas, y eso, siempre es una presión añadida para un grupo. Reconozco que una extraña sensación me recorrió, cuando me supe que este nuevo disco sería doble, y que constaría nada más y nada menos de 27 canciones, aunque tal cantidad incluya interludios varios.
Muchas veces, tantas canciones, pueden llegar a producir la sensación de que hay canciones de relleno, de que un disco con menos canciones, elegidas, podría haber supuesto un resultado más óptimo, pero hay que decir, que no es el caso de este «Sueños». Todo aquel que lleve siguiendo la música de Saurom, desde hace tiempo, habrá podido comprobar, como la evolución ha sido constante. Lejos quedan ya aquellos sonidos cercanos al power metal o incluso al metal melódico de «Maryam», incidiendo en la querencia por los sonidos más melódicos del anterior «Vida», pero introduciendo algo más de fuerza en las canciones, y un regreso a senderos más folk, tal vez relacionados con sus primeros tiempos, pero claramente diferenciados de estos. Para este «Sueños», han vuelto a despertar a ese «trovador», que hace tantos años, les llevo a llamar la atención entre tanto grupo empeñado en alistarse a las filas del doble bombo.
Pulcro y trabajado, este es un disco para disfrutarlo, para escucharlo con tiempo y mimo, para ir apreciando los detalles que campan durante toda la grabación, para empaparse de una banda que se encuentra en un gran momento de forma. Dos discos forman este álbum, «Las caricias del alma» y «La partitura secreta». Me vais a permitir que en mis altavoces suene primero, «La partitura secreta», donde destaca la festiva, rockera y accesible, «Latinoamérica juglar», la épica, «La mujer dormida», la bella «Rosa negra», o el bonus track, una preciosa revisión a piano de «La musa y el espíritu», por nombrar solo algunas. Puesto manos a la obra con «Las caricias del alma», que comienza con la mejor muestra de lo que es el folk metal de la mano de la buenísima «Paz», donde cantan «si cada niño viese la felicidad y se educara en brazos de la libertad….este mundo sería aún mejor…». Me gustan mucho canciones como la folk «Músico de calle «. Por cierto, no quiero dejar pasar la mención a los interludios, como «las caricias del alma», precioso, con la voz de Julia Medina, que da paso al hard rock de «El elixir», donde destacan las guitarras. A las canciones de aspecto más íntima, los medios tiempos y baladas, le han dado muchísima intensidad, como ocurre con «Dalia» o «Soñando contigo».
Buen disco, muy bueno de Saurom, que no desfallecen y siguen apostando muy fuerte por las composiciones por encima de todo. Ya están inmersos en la gira de presentación del disco, y pronto volverán a su querida Latino América, donde son recibidos con los brazos abiertos. Pueden estar satisfechos con su trabajo, porque realmente, les ha salido redondo.
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