Tan cerca, tan lejos. Tanta supuesta información y a la vez, tan desconocida. Esa es para mi, Venezuela, a pesar de que andan ultimamente en boca de muchos, para bien o para mal, como ejercicio de distracción colocada en el ojo del huracán. Hace tiempo que no me creo las verdades repletas de mentiras de unos y otros, porque al final, la rapiña es la misma, en cualquier parte del globo. Y si desconocido me es su país, más lo es su escena rockera, aunque vete tu a saber por donde, desde hace tiempo, me he convertido en fan acérrimo de los carraqueños Arrecho, que me los descubrió mi pana Manu Losada, ¡Que carajo haces pasando frío en Oslo, amigo!. Arrecho son la banda de Franklin Zambrano, una leyenda dentro de la escena metálica del país. En esta nueva aventura, se adentra en el pantanoso mundo del rock correoso, crudo, lleno de riffs contundentes con una profunda carga deudora del rock clásico y su característica voz, catalizadora de la rama más metálica, que ahuyentará a aquellos que organicen sesiones onanistas alrededor de clases de canto de la Universidad de Berklee, pero que que tiene esa forma que te atrapa, esa esencia que se puede comparar a la de gente como el propio Lemmy, sin cuyo registro, la música de su banda no sería lo mismo.
Arrecho han ido lanzando desde hace tiempo, numerosos singles, siempre en formato digital, disponible para descarga desde su bancamp. Ellos aseguran, que había gente que les insistía en que tenian que grabar todas esas canciones juntas, de forma física para disfrute del personal. Yo soy uno de los que andaba detrá de ello, lo reconozco, por lo que podéis imaginar el gozo, de tener este disco en mis manos. Ocho canciones, seis propias, más un ácido «Spoonful» y un rockero «Let there be rock». El disco abre de forma directa con «Arrecho», con ese riff inconfundible, y esa potencia soterrada. «Cretino» vuelve a rezumar contundencia, con ese estribillo que es como un puñetazo en plena cara. Una de mis canciones favoritas del disco es sin lugar a dudas «Artichoke», desde ese inicio que ya te deja ver lo que se te viene encima, con esa atmósfera infecciosa que han sabido articularle.
Más rockera suena «Badao», donde de nuevo destaca ese estribillo así como las guitarras. Se meten en terrenos más blues para «Sirva otro ron», que en esencia, como la anterior, ambas son puro rock, o como ellos mismo dicen, puro maldito rock and roll. Además el disco trae 7 bonus tracks, entre ellas, «Artichoke», «Spoonful» y «Arrecho» grabadas en directo, tres versiones en karaoke y otra canción más, «La del estribo». Arrecho es de esas bandas, que cuando te calan, ya no las apartas de tu lado, porque destilan esa autenticidad que tantas veces echamos de menos en este mundo de la música. Ellos me mencionan en los agradecimientos, pero soy yo, el que tiene que estar agradecido, por su música.
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