Es «Their Satanic Majesties Request» el elepé de la primera hornada stone que más controversias continúa generando, y es que su condición aún no ha sido del todo delimitada: ¿Arriesgada obra de basamento vanguardista o pastiche coyuntural facturado al abrigo del todopoderoso «Sgt. Peppers»? ¿Explosión creativa definitiva por parte de éstos nuevos aristócratas del rock and roll o carta blanca a su autocomplacencia generosamente alimentada por los barbitúricos? Siendo justos, entre sus surcos hay un poco de todo eso.
Respondiendo al primer interrogante, el álbum, en efecto, muestra al grupo en unas tesituras rayanas a la psicodelia absolutamente inéditas hasta la fecha, facturando mantras de basamento eléctrico y llevando algunos pasos más allá el concepto de creación, rico en instrumentaciones exóticas y gimmicks de estudio, exhibido en«Aftermath» y «Between The Buttons»; por otro lado, sería absolutamente imposible negar el ascendiente de la más reciente obra de los Fab Four sobre el disco, empezando por la misma portada, que explota el concepto flower power y fantasioso de aquella (Por si quedan dudas, el fotógrafo de ambas cubiertas es el mismo, Michael Cooper) y acabando por la aparente falta de restricciones que muestran sus canciones, abundantes en intros, outros, samplers pretendidamente outrés y, en definitiva, esa clase de recursos a los que el paso del tiempo no han tratado del todo bien.
En cuanto a la segunda cuestión, cal y arena esto es: Pese a los buenos momentos que deparan la inicial «Sing This All Together» (Con la comparecencia de Lennon y McCartney cerrando el círculo conceptual del álbum) la garage/psych «Citadel»; el colorido número acústico «2000 Man»; la exquisita opereta pop «She’s A Rainbow» ; «The Lantern», pese a su renqueante comienzo; las buenas vibraciones en clave hindú que transmite «Gomper» o la pujanza del obscuro garage «2000 Light Years From Home», las alarmas se disparan al ver que Bill Wyman ha conseguido romper el férreo duunvirato Jagger/Richards y colar una de sus composiciones, a la que incluso pone voz. El resultado es «In Another Land», un número bastante flojo, al que sólo salva ese estribillo en el que se unen a la suya las voces de Jagger, Steve Marriott y Ronnie Lane.
«Sing This All Together (See What Happens)» (No confundir con el tema de apertura) justifica, por sí solo, todas las acusaciones de autocomplacencia que se han vertido sobre ésta obra: Ocho minutos largos de puro egocentrismo sonoro en forma de jam que aglutina todos los recursos de la época de los que pudieron echar mano. «On With The Show», con cierto dejo á la Kinks, tampoco pasa por ser lo mejor del redondo.
Queda, tras la escucha de «Their Satanic Majesties Request» una indeterminada sensación de futilidad, una intuición más o menos exacta de que los stones no estaban jugando a su juego, incluso en los momentos más reseñables del álbum; la duda razonable de si no se trata de una gran broma a costa de la cultura flower power en ascensión. Hay algo que nos dice que pese a la aparente ambición que muestran los temas, el grupo estaba facturando una obra de perfil medio, un colorista cerrojazo a una microetapa marcada por un indisimulado flirteo con la mística de la oscuridad (Ocultismo, Kenneth Anger, un Brian Jones cautivado por la ouija, la ufología y el estudio del paganismo…) para acabar volviendo al rock and roll en su acepción más básica y austera. Y así fue.
Uno de mis disco predilectos de los Stones…Un disco atipico que parece una burda copia del Sgt de los Beatles, pero tiene algo de psicodelia naif que me hace gracia, frescura sin comerse el coco.