El carnaval de las almas es un film de terror de 1962, la única película que dirigió el también actor Herk Harvey, tal fue el fracaso de su opera prima que nunca más volvió a dirigir. El carnaval de las almas se basa muy libremente en un relato corto de Lucille Fletcher, que también se adaptó en un episodio de The twilight zone llamado el Autoestopista. En el relato una joven es acosada por un autoestopista.
La película se inicia con un accidente automovilístico en el que el coche en el que viajan tres amigas cae a un río desde un puente. Tras varias horas bajo el agua, sólo una de ellas sale del río misteriosamente ilesa.Tras el accidente la protagonista deja atrás toda su vida anterior y no parece querer relacionarse con nadie. Aparentemente nada ha cambiado pero ya nada será igual. Consigue trabajo como organista en una iglesia de otra ciudad, pero no tiene fe, para ella sólo es un trabajo. De camino a su nueva ciudad de residencia queda extrañamente fascinada por un antiguo parque de atracciones y empieza a experimentar unas aterradoras visiones. La figura de un misterioso hombre (interpretado por el director) parece perseguirla allá donde va.
Obviamente, ni su nueva casera ni su interesado vecino ni un doctor comparten sus visiones. En un momento dado ocurre algo aún más insólito y perturbador: nadie parece verla ni oírla. Como si se hubiera vuelto invisible o hubiera desaparecido, nadie se percata de su existencia. Es como si las barreras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se volvieran cada vez más difusas. Es como si los muertos la reclamaran para sí, como si desearan que volviera al lugar del que pertenece.
Poco a poco el film se va convirtiendo en una auténtica pesadilla para el espectador, principalmente esto se debe a la molesta música de órgano de Gene Moore. La música confiere al film un halo de pesadilla que no se logra en base a efectos especiales ni grandes decorados. El desasosiego de la protagonista se contagia al espectador, que por un lado desea resolver el enigma y por otro lado desea que cese de una maldita vez la molesta música del dicho órgano. Por cierto, el uso de la música pocas veces me ha parecido tan enervante mientras que nunca un maquillaje tan barato ha resultado tan efectivo.
El film fue un fracaso en su día pero con el tiempo se convirtió en toda una película de culto del género de terror. Es todo un clásico en la noche de Halloween de las televisiones americanas. El espectador moderno puede encontrarla tremendamente agobiante y/o aburrida a pesar de sus escasos 78 minutos. Tiene aciertos innegables y se adelantó varias décadas a su tiempo pero vista hoy día su ritmo lento y su música son bastante irritantes. Supongo que ése era el objetivo.
No podemos juzgar un film así con los ojos del siglo XXI, los múltiples hallazgos de este film nacen de su escasez de medios y de la originalidad de su propuesta. Las fantasmagóricas apariciones se parecen mucho a las que podemos ver en films recientes como El sexto sentido o Insidious (por citar sólo dos ejemplos). También la influencia de las escenas de la protagonista perseguida por los extraños seres del parque de atracciones es un referente para La noche de los muertos vivientes de George A. Romero. La innovadora idea de un protagonista que no sabe o no acepta su destino ha sido desarrollada posteriormente en films como El sexto sentido o La escalera de Jacob. Incluso David Lynch le debe bastante a esta película en el plano visual y temático en films como Cabeza borradora (esos sonidos, esos planos en blanco y negro), Carretera perdida (la dualidad y la segunda oportunidad) o Mulholland Drive (la chica que sufre un accidente de coche y vive una realidad paralela).
Obviamente, este film no nos va a producir hoy ningún escalofrío, más bien será una experiencia irritante. No nos va a quitar el sueño pero hay que reconocerle su mérito.
0 comentarios