Supongo que los que tengáis algo de edad, recordareis el Rockferendum que se hacía en la HeavyRock. La peña votaba y, casualmente, casi siempre ganaban los mismos. Era curioso; no sé si en la revista se pasaban los votos del personal por el forro, que no votaba ni dios o que, realmente, todos votaban muy parecido. Tampoco es de extrañar esto último, teniendo en cuenta las circunstancias. Antes no era como ahora, cuando tienes la información a golpe de ratón. Conocías lo que te contaban las revistas, algún fanzine o alguna banda por venir abriendo para algún grupo consagrado, que no es que por nuestro país pasaran todas las giras, y menos aún, fuera de Madrid, Barcelona o San Sebastián. El caso es que, en el apartado de peor grupo, casi siempre aparecían Venom. Con el paso del tiempo, se convirtieron en padres de todo y, ahora, todo el mundo a respetarlos. Así son las cosas.
Siempre me molaron mucho, pero es que de toda la vida he sido un toca pelotas, al que le gustan los grupos o los discos que casi nadie -al menos, de cara a la galería- reconoce que le hacen tilín. Me han tirado siempre Venom. No era solo su música: eran sus pintas de macarras horteras, todos esos símbolos satánicos, que dicho sea de paso, el diablo me la trae al pairo, como la mayoría de las cosas que a la gente le preocupa o produce un profundo y fervoroso respeto. Pero esa transgresión era halo de peligrosidad, aunque fuese fingida, como reconoció la propia banda, pero a quién le importa.
Hay muchos que ridiculizan a Venom. Peor para ellos. Me gusta leer a Cortazar, pero estoy enganchadísimo a la novela zombie de David Villahermosa, y ambos pueden convivir perfectamente en mi mundo sin la necesidad de darse codazos. Aquel que necesite demostrar a cada momento ser el mas cool del barrio, que haga lo que le salga de las pelotas, pero que no me intente dar lecciones de nada sin antes haber abandonado su atalaya en forma de teclado de ordenador, para vivir entre humos y copas en cualquier bareto.
El caso es que Venom terminaron tirando cada uno por un lado. Peña entrando y grabando discos, reuniones, vuelta a pelearse, uno que se queda con el nombre y sigue adelante… en fin, la misma puta historia del rock and roll que reflejan cientos de bandas. Reconozco que soy un fan a muerte su primera época -incluso tengo en vinilo algún single, y uno de esos limitados eps, el French Assault-, pero las sucesivas reencarnaciones de la banda no han copado excesivamente mi atención, porque está se ve distraída con tanta banda a mi alrededor, y porque a mi me gustaría que estuviesen los Mantas, Cronos y Abbadon. Claro, que también me gustaría que me tocase el euromillón, pero ajo y agua. Ahora están aquí con nuevo disco, con portadón incluido, con Cronos como representante de la vieja guardia y respetando el formato trío con Dante y Rage.
Vale, estos no son mis Venom, porque hasta me atrevería a decir que tocan mejor que los originales, pero les falta ese toque maligno que la formación original era capaz de hacer realidad en mi imaginación. Lo mismo es que ya no somos esos críos o, ¿tal vez lo seguimos siendo? ¿o no queremos ser un puto Peter Punk? Después de esa intro que se podían haber ahorrado, llamada «Eruptus», los altavoces comienzan a tronar con la canción que da nombre al disco, que suena como unos Motorhead cabreados, más que de costumbre. «The death of rock n roll» vuelve a ser hijo bastardo de Lemmy, aunque en el estribillo se denote cierto aire a los viejos Venom. «Smoke» tiene un riff superheavy, pero que dudo pudieses encontrar en Black metal o Welcome to hell y que, sinceramente, no me dice nada.
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«Temptation» es pura tralla, con cierto toque moderno, con el que pretenderán resaltar que saben qué cocinar en este nuevo siglo aunque, sinceramente, Cronos, no termino de pillarte el rollo. Mejora la cosa con «Long haired punks« que suena muy thrash, y como Metallica y cía siempre han reconocido a Venom como padres del invento, pues ahí lo lleváis, además con el toque punk que siempre han tenido. «Stigmata Satanas« posee unos riffs muy guapos y, sin haberse calentarse demasiado la cabeza, supone una canción propia de los viejos tiempos.»Crucified» es demasiado lineal, e incluso alejada de lo que podríamos esperar de la banda, sea cual sea la reencarnación del momento. Pero ese riff inicial de «Evil law» es el de «South of heaven» de Slayer, aunque sólo lo sea durante unos segundos. Posiblemente, es lo que más me gusta de la canción.
«Grinding teeth» parece mejorar la cosa, más rápido y potente, con un sonido más cercano al heavy metal más tradicional, aderezado con una buena dosis de velocidad. «Ouverture» es una intro que da paso a «Mephistopheles», donde regresan los sonidos potentes a base de un grueso riff y un curioso estribillo. «Wings of Valkyrie» se sitúa en un puente entre los viejos tiempos, sobre todo en el plano vocal, mientras en lo estrictamente musical, se dirige hacia el nuevo puerto al que parecen empujar los vientos a estos Venom. El disco se cierra con «Rise» grabada en directo, con un ritmo machacón, y el puño del acelerador forzado.
From the very depths me deja un sabor amargo. A pesar de contener canciones buenas, también hay un puñado que no terminan de convencerme. No es que pretenda una revisión de Black metal o At war with Satan, ni soy de los que esperan que una banda se ate a unos patrones establecidos y no sea capaz de avanzar a partir de ahí. Pero es que, en este disco, no concibo percibir la esencia de lo que ha sido Venom. Si me despisto, no sé qué estoy escuchando. Quizás la causa es que no son los mismos músicos, que la forma de componer de cada uno es diferente al resto pero, a lo mejor, hubiese sido mejor idea avanzar hacia el futuro con otro nombre.
Aún así, incluso hablando de otra banda, no me parece un disco relevante, y menos para un grupo que forma parte de mi caminar en el mundo del heavy metal. Eso sí, seguro que en directo van a sonar más que bien porque, sobre el escenario, buenos sí que son estos hijos de Belcebú.
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