Un nuevo trabajo de Paul Thomas Anderson es siempre una buena noticia. Es, sin duda, uno de los mejores y más importantes realizadores del cine actual con trabajos técnicamente impecables, guiones cuidados, atmósferas fabulosamente trabajadas y siempre con la intención de innovar o crear algo diferente. No es cosa de genios, es cosa de mucho conocimiento y muchos años de trabajo, años que se convierten, para los fanáticos del director americano, en una espera tediosa pero a la vez ilusionante.
Anderson siempre realiza los guiones de sus films. Inherent Vice no iba a ser menos. Sus películas salen de su peculiar introspección de ver el mundo y pocas veces se anima a adaptar una historia que no sea suya, salvo en There Will Be Blood, adaptación de la novela “Oil!” de Upton Sinclair (1927) y, con Inherent Vice, de Thomas Pynchon (2009).
Inherent Vice es cine negro “puro”, compleja como The Big Sleep (Howard Hawks, 1946), y es que al parecer ese era el propósito de Anderson, pero aplicando su rubrica personal: planos perfectos, narración pausada, música cuidadísima, un reparto coral espectacular con personajes a cada cual más peculiar, humor negro y una atmósfera onírica que despista aún más al espectador, el cual debe intuir cuándo estamos ante un plano subjetivo. Viendo y sintiendo lo que el camaleónico y fabuloso Joaquin Phoenix ve, y cuándo estamos viendo lo que realmente ocyurre. Si a todo esto añadimos una dosis de introspección que se acentúa cada vez más en el director de Magnolia, tenemos una obra de gran riqueza no apta para muchos paladares.
La sinopsis sencilla contaría que el detective Sportello se ve envuelto en una intrigante trama tras la reaparición de su antigua pareja, la cual está enamorada de un magnate inmobiliario. Sportello decide ayudarla y, a partir de ahí, subyacen otras tantas tramas conectadas entre sí, donde la realidad distorsionada por los efectos de las drogas hace del film un viaje nebuloso que atrapa al espectador.
Su estilismo podría ser una evolución lógica de la más que notable The Master (2012), donde esos sentimientos y sufrimientos intrínsecos del personaje están justificados, pero aquí, en una trama negra y compleja, parece fuera de lugar, y digo parece. Seguramente, Anderson, simplemente busca un escenario, un lugar donde dar rienda suelta a sus ideas y empatizar con el espectador no mediante una trama negra clásica, sino enseñando una época real (finales de los años 60) a través de la forma de vida de sus personajes, sus emociones y padecimientos; los problemas de ese momento, como siempre ha hecho. Y es que, como en toda obra coral, algunos personajes siempre estarán más desarrollados que otros, pero lo que Anderson quiere transmitir no es un seguimiento de la trama al uso, sino una forma de vida concreta, con sus problemas y consecuencias posteriores.
Tal vez un peldaño por debajo de su anterior obra, Inherent Vice nodefraudará a los amantes del realizador, volviendo a repetir un drama complejo y sentido fuera de lo comercial, donde los defectos están suplidos por las excelentes interpretaciones del ya mencionado Joaquin Phoenix -en cada película me sorprende más, se vuelve a consolidar como un grande del cine actual-, Josh Brolin dándole la réplica, Katherine Waterstone como una Femme Fatale absoluta, el sorprendente Owen Wilson demostrando que sí es un buen actor, Reese Witherspoon, Benicio Del Toro (llenando la pantalla es sus cortas apariciones, sobresaliente), Eric Roberts, y un largo etc… (hasta la ex pornostar Belladonna tiene un pequeño papel). Joanna Newsom es la voz en off que relata la historia, la cual no aparece en el libro y que será laureada por algunos, aunque para otros entre los que me incluyo, no diga demasiado, pero la voz en off en el cine negro siempre fue un recurso muy utilizado y eso a Anderson no se le escapa.
Poco hay que decir sobre el vestuario, la fotografía y la música, elementos extremadamente cuidados siempre por el americano. En Inherent Vice, el nivel es espectacular.
La tarea de trasladar una novela de Pynchon a la pantalla es difícil, tanto por la temática (en este caso la paranoia, la corrupción de las altas esferas, etc…) como por su estructura tan compleja, por lo que, teniendo esto en cuenta, podemos decir que aun esperando algo más de lo nuevo de Paul Thomas Anderson, de su apuesta, arriesgada, ha salido triunfante.
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