Magnífico envoltorio a base de una recreación de un espacio post-apocalíptico, sin duda lo más destacable de esta Atómata, con el que Gabe Ibañez ha decidido adentrarse en el resbaladizo y complejo mundo de las relaciones entre el ser humano y su afán de dar el paso definitivo para convertirse en un Dios capaz de crear vida, y las consecuencias derivadas de tal acto, pero que una vez deja al descubierto su interior, poco o nada consigue aportar.
Un terreno pantanoso difícil de transitar con el que lo más fácil es acabar tropezando para caer de bruces, y es que el listón puesto por Ridley Scott en 1982 con Blade Runner es de tal calibre que cualquiera que intente llegar a su nivel, está poco menos que condenado al fracaso, y más cuando no tienes el bagage suficiente para ello. Algo que sí tenía Spielberg cuando decidió con su A.I. adentrarse por las mismas sendas y sólo consiguió salir indemne del empeño, pero quedándose muy lejos de ese listón que ya desde el mismo día en que Blade Runner fue proyectada por primera vez se supo que nadie sería capaz de igualar.
Cualquier dialogo e interrelación entre inteligencia humana y artificial, una vez asistimos en 1982 a aquel entre Deckard y Roy, ahora, y en futuro, está condenado al fracaso, y más cuando Antonio Banderas, por mucho que se esfuerce, y que conste que se ha tomado muy en serio su personaje de Jacq Vaucan, no consigue dotarlo de la misma intensidad con la que Harrison Ford consiguió ponerse en la piel de Rick, aunque también hay que tener en cuenta que no es lo mismo tener al lado a Rutger Hauer, Sean Young, que a Dylan McDermott o una Melanie Griffith que simplemente pasaba por allí.
Y no, tampoco es que esta segunda película de Ibañez no tenga su interés, es más, de hecho, tiene un punto de partida interesante, pero a medida de que la cinta avanza, si bien en todo momento conserva ese magnífico envoltorio anteriormente citado, con esa magnífica fotográfica que recrea perfectamente un futuro sin esperanza donde la vida se limita a subsistir, su paso no es firme y el largo trayecto por el desierto acaba contagiando su pesadez al espectador para llegar a un punto final no lo suficiente enérgico donde ese encuentro entre Jacq y el primero de ellos que consiguió dar el paso evolutivo, no consigue crear ese momento especial que sí conseguía Ridley hace ya alguna décadas. Por todo ello, podemos catalogar de fallido este Autómata.
0 comentarios