El punto de partida de La Gran Revancha ya nos hace temer lo peor y la cosa se acentúa cuando hace un par de días se daban a conocer la lista de los Premios Razzies, o lo que es lo mismo la lista de las nominaciones a lo peor del año. Lista en la que la película de Peter Segal hace pleno en varios apartados de la misma, incluyendo una doble mención para sus dos protagonistas.
A estas alturas de la película volver a situar a Stallone, que con su Rocky Balboa consiguió el papel de su vida en su mejor actuación ante las cámaras, y a De Niro, que en su momento dio vida a Jake La Motta como ningún otro hubiese sido capaz de hacerlo consiguiendo una de esas antologías actuaciones que en aquella época nos tenía acostumbrados, de nuevo en un ring se nos antoja, y más viendo su estampa física actual, poco menos que una tomadura de pelo, pero una vez vista la película uno se puede pensar que este proyecto si en vez de dejarlo en las manos de un mediocre Peter Segal, cuyo mérito se le supone, hubiese recaído en alguien mejor cualificado, pongamos por ejemplo Clint Eastwood, director de un par o tres viajes parecidos a los que nos propone Segal, esta cinta crepuscular en la que dos personajes atormentados por su pasado, treinta años después vuelven a verse las caras, sin duda hubiera podido dar bastante más juego del que acaba dando.
Hablar de La Gran Revancha es hacerlo de dos actores que están, uno, Stallone, que tampoco es que sea nada del otro mundo, y aguanta el paso de los años auto-parodiándose continuamente , aunque aquí se le ha visto, aunque solo fuese por unos breves instantes, recobrando el espíritu de su Rocky, mientras que el otro, Mr. De Niro, sigue estando de vuelta de todo y, si bien el año pasado lo bordó dando vida a Pat en El Lado Bueno de las Cosas, parece, a la espera de que algún día se decida a volverse a tomar esto en serio, cosa que intuimos que solo puede pasar si su amigo Scorsese consigue convencerle de que ya va siendo hora de que se ponga las pilas, que sigue con el automático puesto aprovechando una y otra vez el filón de Una Terapia Peligrosa donde descubrió que la auto-parodia puede dar buenos rendimientos económicos, pero por favor, ya va siendo hora de que se de cuenta de que ya hemos tenido dosis suficiente de esa medicina, y que sí, que el traje de lucecitas le queda muy bien para reír un rato, y más en estas fechas casi navideñas, pero ya va siendo hora de cambiar el registro.
Pero que nadie, una vez leído el párrafo anterior, piense que la película y las interpretaciones están tan mal como lo pintan los señores de los Razzies. No, la película pasa bien y es entretenida sobre en un primera mitad antes de la aparición del hijo y del nieto causantes de que la película de un prescindible cambio de dirección, aunque ello suponga la aparición estelar de Kim Basinger y no porque tenga que lidiar con un personaje especialmente complicado, sino porque queda claro que ha aguantado más que bien el paso del tiempo.
Y poco más a destacar de La Gran Revancha salvo una mención especial a la presencia de Alan Arkin en el papel de entrenador de Stallone junto con el magnifico cameo final en los títulos de créditos. Otra cosa bien diferente sería hablar del personaje al que se encarga de dar vida Kevin Hart, pero la verdad que mejor olvidarlo y hacer como si no hubiera existido.
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