El siempre palomitero Roland Emmerich esta vez llega tarde con su Asalto al poder, y es que Antoine Fuqua, acompañado de Gerard Butler y Aaron Eckhart, se le adelantaron hace unos meses con «Objetivo: La Casa Blanca», pero esto le importa poco al bueno de Emmerich, ya que nadie como él para coger un presupuesto cercano a los 100 millones y convertirlo en una parafernalia de las suyas.
Antoine Fuqua tampoco es que consiguiese una cinta a destacar, pero el trabajo de los dos actores principales en todo momento era consecuente con lo que la película proponía, pero aquí, en Asalto al poder, a Emmerich se le va todo de las manos y ni siquiera la presencia de James Woods, en el siempre agradecido papel de Villano, el que fuera el inolvidable Max de Érase una vez en América, consigue poner un tono de serenidad a una historia que de principio a fin transita por la senda equivocada, consiguiendo uno de los peores papeles que se le recuerda, pero que seguro ha sido compensado un cheque con bastantes ceros.
De todas maneras a estas alturas tampoco vamos a pretender que Roland Emmerich se decida a realizar otro tipo de cine, ya que de esto vive, y seguro que bastante bien, pero mal, muy mal debe andar de ideas si tiene que recurrir a, en pleno 2013, a rescatar del archivo, y más cuando padre e hijo no hace mucho estrenaron una nueva visión de la madre de todas las películas de acción en la que un solo héroe consigue salvar al mundo encerrado en un recinto, como es John McClan, aunque nadie le negará el guiño, a la Jungla de Cristal, no en vano aquí nuestro héroe también se llama John aunque no tenga ni el carisma, el empaque, y la dosis de humor necesarios para salir airoso del papel de protagonista.
Sí, la película gira en torno a John Cale que, junto a su hija, tal como sucediera con el otro John, se encuentra en el lugar equivocado en el momento menos apropiado, que no es otro que el intento de la toma de la Casa Blanca y del secuestro del presidente de los EEUU, esta vez encarnado por un más que decepcionante Jamie Foxx, y a partir de aquí toda la maquinaria Emmerich se pone en movimiento para hacer las delicias de las plateas de medio mundo ya que explosiones, incendios, helicópteros de combate, aviones de ataque furtivos, combates cuerpo a cuerpo, destrucciones masivas, se apoderan de la cinta hasta el final de la misma obsequiándonos algunos de esos momentos tan típicos del cine de autor de Roland como es el plano de la niña y la bandera… que tanto gustan a los auténticos «patriotas».
Sí, Asalto al poder hará las delicias de todos aquellos que han disfrutado con cada una de las películas anteriores de Roland Emmerich y a todos los amantes del cine de acción sin más, que al fin y al cabo es lo que cuenta, pero no hay duda de que al director alemán hay que pedirle alguna cosa más que una simple copia de algo al que no es capaz ni de conseguir llegarle a la suela de los zapatos.
Nota: 5
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