Me complace volver a rescatar a los murcianos Le Mur y a Elsa Muñoz gracias a la reciente publicación de su primer larga duración, El Brote (2017). Deja que crezca la ‘Flora’ pero también la ‘Fauna’ tras el salto…
Ya os hablé largo y tendido en el ‘Blog Prohibido’ de la banda conformada por Elsa Muñoz (vocals), Pedro J. Carrillo (guitar), Carlos Barceló (bass) y Marcelino Navarro (drums) por lo que no he de extenderme más allá de contaros que con su E.P. debut de título homónimo en 2015 ya dieron un paso de gigante en la escena murciana, levantina y nacional participando en muchos festivales, dobles y triples carteles. ¿Y cuál es su secreto?, bueno, en realidad tienen muchos que desean ser desvelados pero el principal es su definida personalidad y reconocible sonido deudor de la música alternativa de los 90’s en donde se puede vislumbrar ecos a Tool, Incubus, A Perfect Circle, Deftones o, en mucha menor medida, Foo Fighters sumado a su buen gusto por el progresivo y las estructuras enrevesadas del ‘math rock’.
Le Mur son un exquisito bocado con muchos sabores en boca y olor en pituitaria que no ceja en su empeño de evolucionar, de hacer al ‘lemur’ más grande y complejo, más visceral y excesivo por lo que, tras el éxito merecido de su E.P., se van metiendo sin prisa pero sin pausa en la composición de su esperada y ansiada puesta de largo. Las musas acompañan al cuarteto murciano en todo el proceso creativo de El Brote, con una conceptualización de su mensaje en torno a la naturaleza y las plantas y flores que brotan, sobreviven de diversas formas y mueren en un proceso tan vital como nuestra propia existencia.
Musicalmente hablando demuestran fehacientemente que han pulido lo que estaba por refinar en su E.P. debut, tanto en instrumentación y producción como en la interpretación y expresividad de Elsa. La banda se muestra claramente madura y profesional al máximo nivel, con una colección de pedazos de alma que te hipnotizan a través de las capas de guitarras, los creativos punteos y los desarrollos de Pedro, la mayor presencia (y contundencia) de la base rítmica formada por las muy sinuosas y elásticas líneas de bajo de Carlos y los explosivos y efervescentes baqueteos de Marcelino. En cuanto a Elsa, si ya cantaba impresionantemente bien hace dos años, aquí ha ganado muy mucho en matices, ha dilatado claramente su espectro vocal mostrándose más agresiva que nunca como en el desbocado y visceral «Llegan» (texto del poeta valenciano Héctor Arnau) en contraposición a momentos más intimistas y de delicada fragilidad caso de «Hiedra» o su última «Hierbanegra»,
En conclusión, lo que ya se vislumbraba con aquel E.P. aquí queda multiplicado por mil, en intensidad, en capacidad compositiva, en pegada emocional. Un disco que te hace pensar, que fluye salvaje pero que controla su furia cuando quiere y se encapricha, natural, expontáneo, etereo pero terrenal a la vez. La ‘BOLA EXTRA’ te guia y te eleva. Vuela…
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