Si he puesto siempre la honradez como bandera en todo este rollo, tengo que decir esto: sin Xabi Salinazarmendaritz, no habría reseñas. Un buen día vi un anuncio de redactor para una web de música. No iba a poder escribir novelas en una temporada, pero tampoco quería oxidarme, así que hacer reseñas era ese tipo de proyecto breve que me iba a sentar genial. Sólo me faltaba una cosa: valer. Así que llamé a mi colegui, el de los Countrybasque y le pedí el disco, a ver qué era capaz de sacar. Mi zona de confort está en el rock y en el metal, y me crie en esa oleada de nu metal que me sigue volviendo loco, así que empezar con una banda de folk-country rock fue un bautismo de fuego. Lejos de lo que domino y sin mucho referente en la memoria para poder destripar. Si Xabi me hubiera dicho que no le gustaba, lo más seguro es que este proyecto hubiera muerto aquí, pero sorprendentemente le encantó. Cierto es que la practica hace al maestro (llevo ya más de noventa, aparte de los conciertos y demás), pero es innegable que, si en un primer momento no recibes un espaldarazo, la energía se te va por el sumidero. Así que tener esta obra de arte —el disco en cuestión de diseño es espectacular, un espejo plateado precioso— entre las manos me hace sentirme un poco responsable. Veo Countrybasque como una especie de termómetro de mi propia carrera como destripadiscos, y verlos crecer me hace sentir parte de algo más grande que nosotros mismos. En fin, que es un inmenso honor. Un, dos, tres, ¡Country!

 

 

Riding on the twister. Vale, tenemos un problema: la voz de Xabi me resulta tan parecida a la de John Denver que estoy todo el rato pensando en Country road, take me home… No sé por qué, seguro que hay dos mil técnicos de sonido que analizarían los espectros sonoros y podrían plasmar gráficamente que no tengo ni puta idea (ni que hiciera falta un gráfico para eso). La batería tiene un aire a la de Bruce Springsteen, le sacude fuerte a las baquetas, pero está sumergida en la instrumental. El eje de todo es el bajo, y por encima, como un tarareo constante de apoyo, el omnipresente violín. ¿Os suena una serie llamada Tremé? Va de Nueva Orleans tras el Katrina, y la banda sonora es sencillamente imprescindible. Desde el zydeco, a la música cajún, el rock del pantano… estos tíos tienen un poco de Tremé en las venas.

 

 

In my town. ¿Es un banjo lo que ha hecho el punteo de bienvenida? ¿Debajo de la voz está sonando una mandolina? Es una capullada, pero había un anuncio de refrescos hace no tantos años que tenía un punteo parecido a lo que hace el banjo. En una época donde muchos tienen que agarrar la maleta para buscarse la vida, una canción al pequeño trozo de tierra donde estamos cómodos. Viajar enriquece, y mola, y lo que tú quieras, pero ir caminando y saber qué calle viene después también tiene su encanto. La verdadera patria es la infancia, como dijo Rainer Maria Rilke, y la verdadera ciudad la conforma nuestra gente, no el asfalto y el hormigón.

Stated in our deal. Esto sí es country, con Steel guitar y todo. Un duelo vocal entre Xabi y Marta, rebautizados como los Pimpinela del country rock. Ella tiene un aire a lo Dolly Parton en Jolene (vale, la descubrí porque salió en Los Simpson), y Xabi en mi mente es la reencarnación de John Denver, y crean ese ambiente de los shows de Johnny Cash, que parece una fiesta comedida.

 

 

Along the Highway. A ver quién se atreve a hablar de country y decir Highway sin ver a Kristofferson y compañía decir I was a Highwayman… el bombo es el metrónomo del tema, casi nada de caja y mucho charles. Los violines y los coros le dan ese aire sinfónico, como si el origen de la canción fuera más rockero y se hubiera readaptado.

Find me by the lands where I stay. Han echado el resto en la parte vocal. Mucho coro, mucho contraste de voces… no sacrifican la parte instrumental, digamos que la hacen a un lado, simplemente como un acompañamiento, porque el tema está en las voces.

 

 

Cowboy with no horse. He avisado, vengo condicionado de otros estilos, esto no es mi terreno, pero que me meen en la zarzaparrilla si nada más oír ese acorde deletreado cuerda a cuerda no trae a la mente el In time, de Mark Collie. Vale que Xabi, en esa especie de personaje que crean todos los cantantes, le queda por explorar al forajido, registros graves, voz mascullada a los Clint Eastwood, pero tiene esa aura… hasta que entran los violines. Joder, estaba a punto de ponerme a bailar como un desdentado de la fiebre del oro en el Yukón.

 

 

Memories to survive. De esta me matan a violinazos, pero vamos. Estaba pensando en Bjork, It’s all so quiet para ser más exactos. Se parecen probablemente como Sepultura a Chiquetete, pero mi cabeza tiene un montón de cables sueltos, y cuando se tocan, saltan chispitas. Es un poco más country y menos celta, pero también tiene ese aire a los Celtas Cortos en Siempre igual. El Nos vemos en los bares fue de mis primeros amores de juventud, y siempre han sido un rinconcito feliz donde relajarme.

 

 

20 bullets. Nada que ver con el Veinte balas de Espectro Lobo, pero qué buenos son los valencianos. Ese bajo suena que apabulla. Estaba esperando una canción a lo Sin perdón, y me he encontrado con una especie de canción de fiesta. Falsos amigos, como cuando a Sting lo llaman romántico por Every breath yo take y se encoge de hombros (si no conocéis la historia, vais a flipar).

 

 

The band. Ese piano me trae a la cabeza a Elton John (un músico de cagarse, guste o no guste), y a una canción que ponían en un programa deportivo en Canal+ cuando había parte de la programación sin codificar. Vale que entran mandolinas, banjos, Steel guitar, ese bajo que suena a contrabajo, sin reiterar notas, saltando de traste a traste… y esto vuelve a tener ese rollo country que parece que estamos en medio de Bourbon Street viendo a estos forajidos tocando en un garito. Casi saboreo la jarra de cerveza y los cangrejos cajunes esos que se comen por allá mientras oímos esta instrumental eterna, con guitarra a lo Satriani y final en decrescendo.

 

 

Never like then. Cambia el piano inicial por la guitarra de B. B. King y tienes un blues de manual. Pues me han regateado. Si quitas ukeleles, banjos y prácticamente toda la instrumental, sólo dejas el bajo, el piano, y las voces… y tienes un leve destello a Queen en las partes calmaditas de Don’t stop me now.

In your veins tequila runs. Batería con cross stick (ese sonido que le saca a la caja), piano, bajo y, muy atenuada, una guitarra que dibuja acordes sueltos. Esta es la canción bailable, la lentita agarrada, con un punteo de los míos. Es como si hubieras puesto al guitarra de Poison a hacer una colaboración especial. Un leve nexo con las cuerdas de acero en medio de un mundo del que no entiendo mucho.

 

 

The highlands breakdown. Suenan tambores de guerra. Pensaba que los Sioux iban a reclamar —y con razón— lo que es suyo, pero llegan las gaitas. Punteos y gaitas. En mi otra vida he sido un guerrero picto, de los que mostró las posaderas a los meapilas de los ingleses con William Wallace. Es cierto que esto ha tenido un acabado más bucólico, más hedonista. Yo estoy acostumbrado a los Tündra, a los Celtas Cortos. Gaitas que suenan a llamada a las armas, a morir gritando “¡Libertad!”.

 

 

Too long to hate. El comienzo tiene un rollo a Bohemian Rhapsody, aunque la armónica nos trae a una especie de Imagine, de John Lennon en medio del country. El bajo saltando de nota a nota, el piano es la columna vertebral del tema, la batería, a propósito, envuelta en la instrumental, y un solo de violín a medio tempo, que da el aura —aún más— melancólica.

 

 

 

Lord of the Street. Ha sonado al Dust in the wind, de Kansas el comienzo con la guitarrita, pero en las estrofas todo tiene un aire más de poesía cantada, como en muchos temas de Bob Dylan, o de Lou Reed.

En resumidas cuentas, hay grupos que valen más por la energía que transmite que por la música en sí. Countrybasque fue el comienzo, hace la friolera de cuatro años, qué barbaridad, de todo este lío, que tantos amigos me ha brindado. No están en mi terreno, pero siempre estarán en mi lista de reproducción.

Para los de las botas guapas, enlaces de la banda:

Web: https://www.countrybasque.com/

YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCiLc0GQXP-IzeHhJMgzRygw

Facebook: https://www.facebook.com/COUNTRYBASQUE

Para escuchar online: https://es.mhmusik.com/countrybasque

Countrybasque – In Good Company

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

4 Comentarios

  1. Xabi Salinazarmendaritz

    Muy buena reseña, con gran sentido del humor. Es rock pasado por el tamiz del country… country-rock en suma, aunque Gram Parsons hablaba de «Música Americana Cósmica». Countrybasque es una de las poquísimas bandas herederas directas de ese legado de los 70´s en California. A disfrutarlo!!!!!
    Mil gracias a «Rock The Best Music» y a Teodoro Balmaseda.
    Thank you so much!
    Eskerrik asko bihotz-bihotzez!!!!

    Responder
  2. J. F. Davis

    I met Countrybasque some time ago. Continuing with what their leader has said, they are for me the best reference of that great music that was made some time ago. His compositions, lyrics and music are excellent, and also excellent in voices and instruments. They have two essential albums.

    Responder
  3. Maria Gonzalez

    Thanks to Teodoro Balmaseda for his comments on In Good Company. Excellent expert on music.

    Responder
  4. Teodoro

    Muchas gracias, Xabi. Me alegra mucho que te guste mi forma de reseñar.
    Thank you, Maria, for your comment. I’m not an expert, but I try to enjoy whatever I do. I really appreciate your feedback.

    Responder

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