En estos 30 años de carrera Enrique Bunbury no ha estado quieto ni un solo momento. Este camaleónico aragonés no ha parado de mutar una y otra vez en una búsqueda incansable de la inspiración por cualquier rincón del planeta. Su carrera en solitario ya es más que considerable y contiene las suficientes perlas como para eclipsar lo anterior. Este Ex tour se centra en su último lanzamiento, Expectativas, en el que encontramos un Bunbury combativo y con ganas de pronunciarse sobre asuntos de índole social y política. Como bien nos anunció, para Enrique entra dentro de su profesión hablar del momento que le toca vivir. Así ha sido desde Altamira y así debe seguir siendo. Con un Pabellón Príncipe Felipe casi lleno hasta la bandera y el público coreando ‘Enrique, Enrique’, el ambiente estaba más que caldeado. Sonó la instrumental Supongo mientras Los Santos inocentes tomaban su sitio sobre el escenario para arrancar con fuerza al son de La ceremonia de la confusión. Arropado por unos Santos inocentes en estado de gracia, Bunbury arrasó aunque el público de su ciudad natal ya estaba en el bolsillo mucho antes de salir a escena. Vestido de traje blanco de reminiscencias setenteras y una X en la espalda, el maño demostró que nunca ha estado dispuesto a vivir de rentas. Los temas de Expectativas sonaron potentes y directos, con una banda perfectamente engrasada y un frontman al que ningún pero se le puede poner a nivel vocal o escénico. Ahí estaban sus ademanes y sus gestos que lo hacen único. Como si de un cruce arrabalero entre Raphael y Nick Cave se tratara, Enrique Bunbury es un animal de escenario que sale a matar cada noche. Con una capacidad vocal intacta, Enrique domina el escenario como muy pocos artistas nacionales lo hacen. Atacaron temas de Expectativas como ese glam rock que es La actitud correcta, Cuna de Caín o Parecemos tontos. Canciones que a pesar de su reciente lanzamiento eran de sobra conocidos por los fieles allí congregados. Porque lo de Bunbury es una religión. El sonido musculoso y potente de la banda hace ganar enteros a unas canciones cuyo medio natural es el directo. El viaje incluyó también temas de todas las mutaciones discográficas de Bunbury como Rescate, Despierta, El hombre flaco que no flaqueará jamás o Más alto que nosotros el cielo. ¿He dicho ya que los Santos inocentes estuvieron espectaculares? pues lo repito. Ahí sigue esa apisonadora formada por la batería de Ramón Gacías, el bajo de Robert Castellanos, la percusión de Quino Béjar y las guitarras de Álvaro Suite y Jordi Mena. La incorporación del saxo de Santi del Campo dota a los temas de nuevos y enriquecedores matices.
Hubo obviamente momentos para recuperar piezas de la prehistoria con unas remodeladas El mar no cesa, Héroe de leyenda y Maldito duende (en la que Enrique bajó a la arena para darse un baño de masas con las primera filas). Los nuevos arreglos les sientan como un guante a estas canciones, adaptándolas a los múltiples cambios estilísticos que Bunbury ha ido adoptando, haciéndolas más suyas todavía, si cabe. ¿Realmente han pasado 30 años? Fueron quizás de los temas más agradecidos por el público, la nostalgia es inevitable cuando un artista lleva cierto tiempo sobre las tablas. Pero los que realmente dispararon la histeria colectiva de todo el pabellón fueron los bises en los que pudimos ver al Bunbury más cabaretero y circense con Pequeño, El extranjero o Infinito. Miles de gargantas (incluida la mía) cantaron aquello de «Me calaste hondo… y ahora me duele» Se acercaba la recta final con un público rendido a los pies del artista. Bunbury ataca Sí (la versión de Umpah-Pah) e intenta despedirse tras una Lady Blue que sonó a gloria. Pensé que caerían Alicia o Que tengas suertecita. Entre los feligreses aún quedaban fuerzas. Sin embargo, como broche final Bunbury eligió una jazzística La constante para reivindicar su último trabajo. Un broche emotivo que evitó la tentación de acabar por todo lo alto con una catarsis rockera.
En resumen, fueron 2 sudorosas horas de comunión perfecta entre un artista y su público entregados ambos en cuerpo y alma.
Bestial!!! Increíble Enrique y los Santos!!! Piel de gallina, y una gran satisfacción poder disfrutar de sus conciertos. El puto Rey del rock!!!
Es el mejor, pero particularmente desaba escuchar supongo en directo, no como una intro, es una maravilla de cancion que hubiera sido un cierre de lujo para el concierto, toma nota maestro y regalanosla en proximas actuaciones por favor.