10 años habían pasado desde que viera sobre el escenario a Richie Kotzen por última vez. Fue en el Guitar Fest 2004. Mi recuerdo de aquel concierto marcaba un listón muy alto. Pero aquello no fue nada en comparación con el show que él y su banda ofrecieron el pasado viernes en Madrid.
La sala Penélope presentó una entrada más que aceptable -sobre todo, teniendo en cuenta los tiempos que corren- y los asistentes pudimos deleitarnos con una puesta en escena sólida y directa, y un sonido que rozó la perfección.
La descarga arrancó con “War Paint” dejando claro que nos esperaba una velada descomunal, con un Richie Kotzen en un estado vocal perfecto. Diría que matizando incluso más que en las grabaciones. Los temas fueron cayendo uno tras y otro y me alegró ver sobre el escenario a una banda compacta. No me refiero solo al sonido, sino también a la actitud.
Cualquier persona que no supiera de la existencia de Kotzen y pasara por allí, nunca hubiera imaginado que estaba viendo a un solista con mercenarios de acompañamiento. Esa visión profesional, señores, no la tienen muchos “héroes de la guitarra” y es todo un placer disfrutar de ella en vivo, auditiva y visualmente.
Sus músicos habituales, Mike Bennett a la batería y Dylan Wilson al bajo, lo dieron todo. Sumaron enteros al sonido impecable de la guitarra de Kotzen y, como ya dije antes, a su fabulosa voz. Y es que Mr. Richie, al margen de un grandísimo guitarrista, es un grandísimo cantante. El cóctel que forman Kotzen-Bennett-Wilson es perfecto. Uno de los power-trio más solventes que he visto nunca sobre las tablas. Hubo algún detalle simpático, como el hecho de que Kotzen se marcara unos compases en la batería. Por supuesto tuvimos sesión de solos, algo que nunca me ha gustado demasiado en los directos. Hubiera preferido escuchar más temas. Aunque diría que un alto porcentaje de los asistentes éramos músicos, así que supongo que a nuestra manera también disfrutamos de esa parte del show.
Una de las pegas que pondría al directo es que se hizo corto y que los bises podrían haber sido más generosos. Posteriormente tuve en mi poder el setlist que la banda tuvo sobre los monitores (el que podéis ver en la fotografía que acompaña al artículo, y del que hay que hacer mención que al final «Remember» no apareció), y aparentemente había más tela que cortar en esta última parte del concierto. Aunque lo bueno si breve…
Destacar algo de este “Essential Tour” es complicado. Todo tuvo un nivel muy alto, demostrando que si lo que realmente importa, la música, está en su sitio, cualquier montaje adicional sobra y es innecesario.
Siempre queda el carisma especial de Richie Kotzen, que podría denominarse como un anti-frontman. Y es que no es el típico cantante que arenga a las masas y que cuando se dirige al público parece que está hablando con cada uno de ellos. Todo lo contrario. Pero esa abstracción, sobre todo en las partes instrumentales, hace que conecte con la audiencia de una forma casi prodigiosa.
¡Sobresaliente!
0 comentarios