Clint Eastwood se ha convertido, por méritos propios, en el último clásico (junto a otros como Spielberg, Scorsese o Coppola). Una forma de entender el cine que remite a otros tiempos, sabor añejo con planos más largos, movimientos de cámara y juegos de luces y sombras que apoyan historias adultas donde nos plantean argumentos de entidad. Como éste “Jurado nº 2”, un perfecto “thriller judicial” escrito por Jonathan Abrams donde se une la inteligencia, la emoción y unas situaciones que harán plantearse al espectador sus propias convicciones pues lo que se nos narra es un dilema moral. Un hombre que como jurado se enfrenta a castigar a otro de un hecho que, sin saberlo, le puede causar un grave perjuicio a él.
Un problema ético que nos recuerda al propuesto por Woody Allen con el personaje de Martin Landau en “Delitos y faltas” (y que con posterioridad ha repetido varias veces, incluso en su última cinta “Un golpe de suerte”) donde la culpa puede hundir la posibilidad de salir impune de un hecho delictivo. Una interpretación humana de la realidad que entronca también con la visión política de la sociedad que el propio Eastwood nos ofrecía en su obra maestra “Mystic River” donde la muerte del personaje interpretado por Tim Robbins no le importaba absolutamente a nadie, ni a los delincuentes ni a las fuerzas del orden.
Un cariz que también podemos encontrar en esta historia protagonizada por unos estupendos Nicholas Hoult y Toni Collette, apoyados por secundarios de lujo como J.K. Simmons o Kiefer Sutherland donde todo el proceso se basa en luchas políticas para conseguir puestos de relevancia en la fiscalía y sesgos de todo tipo entre el resto de miembros del jurado. Lo menos importante parece la verdad sino el encaje de la realidad en la mente de los ciudadanos, siendo más práctico condenar a un inocente de mal carácter que a un culpable con bonhomía.
Y ello, narrado con brío y un ritmo pausado que sin aburrir nos hace reflexionar en la antigua tradición de las películas de abogados y juicios, siendo el principal referente el “Doce hombres sin piedad” de Sidney Lumet, jugando con la iluminación algo sombría que apunta el estado de ánimo de todos los implicados. Fenomenal trabajo fotográfico de Yves Belanger.
Clint Eastwood ha realizado uno de los mejores trabajos del año. Una “muesca” más a una impagable trayectoria jalonada de algunas obras maestras. “Jurado nº 2” quizás no llegue a tanto, eso el tiempo lo dirá, pero estamos ante un filme sólido de principio a fin que en estos tiempos de “divertimentos” adolescentes donde no pensar es seña de identidad, tanto en lo que se cuenta como cómo se cuenta, con planos cada vez más ínfimos y montajes acelerados, se convierte en una “rara avis” en el panorama cinematográfico actual. No se si será su último largometraje (pues Eastwood cuenta con 94 años de edad) pero sería un magnífico testamento.
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