El mundo del juego y los casinos siempre ha sido terreno abonado para un cine que gira en torno a los robos increíbles y las historias de redención. “Maldita suerte” es de estas últimas aunque diste de las grandes obras que ha dado este sub género (sin ir más lejos la última “El contador de cartas” de Paul Schrader.

Un guion de Rowan Joffe y Lawrence Osborne que nos presenta a un timador inglés que se hace pasar por Lord para vivir una gran vida en Macao. Un truhán ludópata y derrochador que vive en hoteles de lujo estafando fingiendo ser lo que no es. Una caída a los infiernos de la que esperamos la final redención.
Sin embargo, a pesar de tener algunas ideas interesantes como incluir una historia fantasmal que resuelve la película y el conflicto, su irregularidad es manifiesta durante la hora y tres cuartos de metraje. Todo debido a no terminar de dotar de profundidad psicológica a su protagonista quién además es el único pues los secundarios son meras comparsas.
Un trabajo que sí está bien ambientado y filmado aunque se espere más de alguien como Edward Berger que con “Maldita suerte” queda a una distancia sideral de sus dos anteriores largometrajes “Sin novedad en el frente” y “Cónclave”, con las que había conseguido el reconocimiento internacional. Este trabajo parece más un encargo alimenticio para un gigante del “streaming” como es Netflix.
No es que dirija mal pues el filme es vistoso, colorido y con planos sugerentes pero el ritmo queda lastrado por la propia historia. Berger dirige con brío y si no se bucea en demasía estamos ante un producto entretenido, de factura técnica correcta, caso de la fotografía de James Friend o la banda sonora de Volker Bertelmann.
En el capítulo actoral todo el peso lo lleva un Colin Farrell que parece que últimamente se está especializando en este tipo de personajes extremos, como sucedía en “Almas en pena en Inisherin”. El resto, como escribíamos antes, en muchos casos parecen que sólo pasan por ahí o son meras anécdotas, salvo Fala Chen y Tilda Swinton que sí tienen más carga dramática aunque tampoco se profundice en ellos.
Una cinta que no aporta casi nada a un género que ha dado espléndidas películas en el pasado y que, a buen seguro, ofrecerá mejores réditos en el futuro (como es más que probable que suceda con la filmografía de Edward Berger visto su reciente buen hacer).
Es posible que “Maldita suerte” quede como un pequeño lunar en su filmografía aunque tampoco podemos hablar de un auténtico descalabro pues estamos ante un vehículo entretenido, con algunos momentos de interés.




















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