Segunda temporada de “La casa del dragón”, una serie que en su primera entrega iba de menos a más, con un inicio irritante donde la heredera Rhaenyra siendo niña se convertía en un personaje antipático, capaz de dar lecciones de sabiduría a todo el consejo de su padre el rey pero que según iba creciendo ganaba peso e interés hasta convertirse en un ser marcado por la desgracia y la amargura. A ello se sumaba la otra regente Alicent (segunda esposa del monarca), una madre capaz de casi cualquier cosa por mantener a su hijo en el “trono de hierro”.
En esta segunda parte se acrecienta el conflicto femenino, marcado por la muerte de un par de hijos menores en un primer episodio “Hijo por hijo” que eleva el tono acercándose a la sordidez temática de “Juego de tronos”. Quizás este sea el mejor capítulo titulado “El populacho” donde se llega a los momentos de excelencia de la serie matriz.
En el capítulo actoral destacan las interpretaciones femeninas pues tanto Olivia Cooke como Emma D’ Arcy funcionan como protagonistas, una marcada por la amargura de perder a su hijo y el trono y la otra por motivos similares, al entender que el Rey Viserys eligió a su hijo como heredero. Y en el apartado masculino, tenemos un villano de envergadura como es el Aegon Targaryen de Ty Tennant aunque ha perdido bastante peso (imaginamos que volverá a ganar papel en próximas temporadas) el Daemon Targaryen de Matt Smith, en un rol que será tan recordado como su Duque de Edimburgo en “The Crown” o como undécima encarnación del “Doctor Who”.
En el capítulo técnico pocas trabas se le pueden poner, salvo esa fotografía demasiado oscura en algunos momentos puntuales que acaban por distanciar al espectador pues la serie está pensada para ver en televisión y ningún aparato se puede comparar a la amplitud de la pantalla de una sala de cine. No llega a los límites de la horrenda resolución de “Juego de tronos” en su batalla contra los “caminantes blancos” donde en algunos pasajes no se veía, literalmente, casi nada pero sigue siendo un debe.
El guion sigue con la estructura discursiva, que en la mayoría de las veces funciona pero que en otros parece haberse escrito para rellenar metraje, con algún hecho traumático al final de cada episodio con el que se pueda mantener el interés de la audiencia.
Pero a pesar de estos pequeños defectos, este “La casa del dragón” va en ascenso y propone tramas y situaciones que pueden dar bastante juego en próximas entregas, enfocadas a un desenlace trágico.
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