La última canción de John Serrano me gusta especialmente porque no la puedo comparar con nadie. John está empezando a sonar a John, a él mismo. Como tiene que ser. Si acaso, que alguien suene como John.
Tenemos una melodía en nuestras manos que va de menos a más en su composición. Un menos a más, que ya es una característica clave en todas las composiciones de John Serrano.
Un músico excepcionalmente sensible, que juega magistralmente con los matices, de manera que cuando acaba la melodía ya estás poniéndotela otra vez para volver a sentir ese éxtasis que John ha creado, y por el que él mismo te lleva de la mano.
Los(H)er deja patente también el poderío de la voz de nuestro artista. Una voz que me gustaría escuchar alguna vez sin filtros, si acaso con algún bonito eco; para que esas cuerdas vocales retumben hasta en el infierno.
Destilar este tipo de canciones no debe ser fácil, para cualquiera, pero parece que sí lo es para John. En el que se nota latente un potencial brutal queriendo salir a la luz.
Solo me queda dar las gracias, porque, (imagino que os pasará a muchos) cuando uno tiene un mal día y de repente se tropieza con una bonita canción, parece como si todo lo negativo se diluyese, se derritiera como un oscuro metal líquido que ahora nos calienta y abraza.
Esa es la grandeza de la música. Que crea esas distancias necesarias entre nosotros y lo malo, y nos permite respirar y seguir con esta vida que nos ha tocado vivir con algo de esperanza. Con la certeza de que hay alguien en el mundo, que utiliza sus dolores personales a modo de catalizador, para ofrecernos lo mejor de sí mismo, y poder comprobar así que lo humano sigue latiendo, escondido y alerta, en algún lugar.
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