La carrera de Miley Cyrus no empezó con buen pie. Miley Cyrus no tiene la culpa de ser hija de una de las estrella del country más odiosas que nunca han pisado la faz de la tierra: Billy Ray Cyrus. Cyrus es el autor de aquella cancioncilla que nos destrozó los oídos hace años y, lo que es peor, aquí triunfó la patética versión de un tipo del cual nunca más se supo y creo que nadie lo echa de menos. Os juro que llegué a odiar ese bailecito tanto o más que a Hitler. Volvamos a Miley, no olvidemos que la madrina de Miley fue Dolly Parton, la mayor estrella femenina del country. Así pues, desde muy niña Miley estuvo acostumbrada al artisteo y los focos. La Miley niña se veía cómoda en el escenario, algo normal viniendo de una familia de artistas. A los pocos años Miley actuó en el film Big fish de Tim Burton y firmó un contrato para protagonizar la serie Hannah Montana en Disney Channel. Ya sabes, una comedieta para adolescentes: todo muy blanco, edulcorado y naif. Tan empalagoso y falso como cualquier serie de Disney. Así Miley se convirtió en una estrella infantil. No olvidemos que Zendaya, Britney Spears o Justin Timberlake también fueron productos de laboratorio de la factoría Disney.
Miley resultaba simpática en pantalla y no cantaba mal. Hannah Montana era una tontería de sitcom adolescente pero sirvió de trampolín para Miley. Mientras tanto los discos con las canciones de la serie se vendieron como churros entre los adolescentes de la época (quienes espero que hayan crecido y se avergüencen de lo que escuchaban de críos). Pero Miley también estaba creciendo. Recuerdo una aparición en El Hormiguero en la que entre Pablo Motos (famoso por no dejar hablar a sus invitados) y su padre (famoso por una canción horrible) apenas dejaron que Miley se expresara. Miley parecía una adolescente cuya carrera era controlada hasta el más mínimo detalle.
Miley podía haber acabado como otras muchas estrellas infantiles cuyas carreras acabaron sepultadas por el cambio hormonal. Pero el destino nos guardaba un par de sorpresas. He aquí la primera: Al cumplir 18 Miley se lanza a buscar su propio estilo. Miley se sexualiza en extremo y aparece en vídeos y actuaciones de manera provocadora. Ya no es una niña inocente, es una joven plenamente consciente de su sexualidad. Miley se abalanzó sin tapujos por el trono de una Madonna que ya empezaba a dar signos de decadencia aunque todavía no se había dejado la cara como una mantis religiosa. Quizás Miley pudiera triunfar donde otras aspirantes como Britney Spears o Christina Aguilera acabaron estrellándose. Puede que se pasara de frenada pero parecía que nadie externo controlaba ya su carrera. Miley hacía, por fin, lo que quería. En 2013 apareció en unos premios de la Mtv como si hubiera salido directamente de los baños de la Florida 135. Sus contoneos, sus roces y esa lengua incapaz de mantenerse en su sitio nos hicieron pensar que todo era una pose o Miley era otro juguete roto que había caído en manos de los estupefacientes. Algo habitual en las vidas de los jóvenes ricos y famosos. Miley seguía facturando un pop meloso con toques country pero hay indicios claros que algo estaba cambiando. Su LP Bangerz y el hit Wrecking ball (sí, el de la bola de demolición) muestran a una Miley más madura y sensible a la vez que salvaje y con ganas de guerra.
Segunda sorpresa: Miley lanza en 2015 un disco nada más y nada menos que con uno de los grupos más alocados, fumados y geniales de los últimos lustros: The flaming lips. Parece ser que Miley y Wayne Coyne (líder de The flaming lips) hacen buenas migas (o les gusta fumar la misma hierba) y facturan el disco Miley Cyrus and her dead petz. Básicamente es el disco más libre de Miley hasta la fecha, sin ataduras de ningún tipo, Miley entrega un disco en el que admite sus miserias de mimada niña rica y el duelo por sus mascotas fallecidas. Todo ello envuelto en sonidos de psicodelia pop y cuencos tibetanos. Puro veneno para las listas de éxito pero quizás su disco más redondo gracias al aporte de The flaming lips. A partir de ahí Miley captó mi atención. Miley Cyrus and her dead petz buscaba provocar, cierto, ya en el primer corte admite fumar hierba, pero deja ver un lado más interesante de Miley.
Su status de estrella, sorprendentemente, no decae. Su público inicial ha crecido pero lo fideliza a base de hits facilones pero imbatibles y toques country mientras va ganando adeptos entre otros públicos. Ahora viene lo realmente seductor de Miley. Miley colabora con rockeros de probada solera como Billy Idol o Metallica mientras versiona en directo a The Cocteau Twins, Pink Floyd, The velvet underground, Sinead O’Connor, Frank Sinatra, Blondie, Led Zeppelin, Temple of the dog, The Pixies, Nine inch nails o The Cure. ¡¡¡GUAUUUU!!! La chica tiene buen gusto y se la juega a elegir grupos que muchos de sus seguidores ni siquiera han oído hablar. Se podría decir que lo mejor de sus directos son sus versiones. Igual canta el mejor villancico en décadas que hace sus pinitos como actriz y se autoparodia dentro de ese monumento de serie que es Black mirror.
En los últimos años Miley es ya una estrella total. Su voz no es la de Beyoncé ni Adele, es más, su voz se ha tornado acazallada (los excesos se pagan aunque seas una estrella) e incluso hay videos en la red en los que se analiza la peligrosa evolución de su voz. Pero Miley resiste el envite de rivales como Lady Gaga, Taylor Swift y Billie Eilish. Lo que ha hecho grande a Miley es el hecho de que no tiene miedo al fracaso comercial. Se la suda, tiene el dinero suficiente para hacer lo que le dé la gana. Parece no importarle lo que los medios piensen de ella. Si las listas musicales y las carreras de muchos músicos parecen dirigidas por un algoritmo, la carrera de Miley parece diseñada por un esquizofrénico. Un ejemplo: ¿realmente era necesario ese plano en el momento 1′:10″ de este vídeo? pues no, no era necesario, pero Miley lo incluye como diciendo: «Soy libre y os enseño mi trasero cuando quiera.» Pura actitud punk. Como cuando no se pone camiseta ni ropa interior para actuar en el SNL y mantiene en vilo a la mitad de la audiencia que espera que la cinta de doble cara pierda adherencia. Miley siempre rozando la censura.
Consciente de que su punto fuerte son los directos, Miley edita ahora su primer disco en vivo: ATTENTION. Y lo hace con una portada provocativa (enseñando el trasero) que supongo que levantará ampollas entre las mentes bien pensantes de la América blanca que la vio nacer. Allá ellos. Y además lo hace con un desconcertante adelanto industrial que suena a Front 242. Una vez más, Miley desconcierta y descoloca a sus seguidores. Y eso la hace grande. El sonido del directo es bastante más duro y guitarrero que sus discos. Bien, Miley, ya tienes nuestra atención, ahora demuéstranos que realmente tienes talento.
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