Cuenta la leyenda (y protagonista de esta a odisea) que las chanzas de este sin par consigliere del rock and roll hunden sus raíces en las entrañas de un dormitorio sito en algún suburbio de la Nueva Jersey de principios de los sesenta y restriegan su inconcluso desenlace por algunos de los escenarios más atronadores del globo —no solo en la industria del entretenimiento sino también en las trincheras del más audaz activismo— mostrando al universo mundo cómo el rock y el soul comparten la revolucionaria virtud y el gran poder de cambiar la vida en tan infecto terruño.
El primer latido sísmico que sacudió la conciencia del narrador aconteció en el momento en que su devoción por la iglesia bautista dio paso a una herética obsesión por el rock. Cuando apenas era un guitarrista imberbe, conoció a Bruce Springsteen, alma gemela, inadaptado, paria de ideas afines y un verdadero creyente que se convertiría en uno de sus mejores amigos y compañeros de armas. Y al pasar a atender al sobrenombre de Miami Steve, se le acusó, con fundamento, de crear el sonido «Jersey Shore» con Southside Johnny & The Asbury Jukes y de catapultar a la E Street Band a las más altas cotas del rock and roll.
A principios de los ochenta, el destino reveló a Van Zandt que le tenía reservados más planes, en lo que iba a ser la primera de muchas otras transformaciones, y el pequeño Steven se convirtió en cantautor y agitador político, trasladando sus inquietudes y desvelos a algunos de los lugares más conflictivos del orbe. Ya en los noventa, llegado había el momento para una tercera reencarnación. David Chase invitó a Van Zandt a formar parte de Los Soprano, en la persona de Silvio Dante, el leal consigliere de Tony Soprano. En los prolegómenos de la presente centuria, Van Zandt lanza un innovador programa de radio, funda un sello discográfico y desarrolla un plan de estudios para reintroducir la enseñanza de música en todas las escuelas del país. Ahí es nada. Y, por si fuera poco, acude a la llamada a filas de Springsteen y se reincorpora a la E Street Band.
Flechazos y rechazos desgrana los galopantes vuelcos de la acrobática peripecia vital del Van Zandt más metamórfico y polifacético de cuantos pululan por estas páginas. Acaso sea el mejor libro entre sus pares porque, con la venia, no hay otra obra, ni aún menos vida, como esta.
SOBRE FLECHAZOS Y RECHAZOS
«¡Little Steven se suelta al son de su alma roquera! Mi buen amigo perseveró en su empeño por hacer realidad su ideal roquero con un compromiso del que muy pocos pueden hacer gala en nuestro gremio. De obligada lectura para los fans de la E Street Band y todos los conversos confesos roqueros.» Bruce Springsteen
«En las inmediaciones del estado mental de Nueva Jersey, en algún lugar entre el Bruce Springsteen Stadium y el Bon Jovi Arena, sobrevive al azote de la especulación un callejón llamado Little Steven Boulevard con cientos de tiendas de recuerdos y tiendas de regalos; en cuyas entrañas se rinde culto a Little Steven Il Consigliere, alhajas todas ellas de exquisita manufactura, con recuerdos del gánster, carteras y bolsos, pañuelos de bucanero, cristalería y tazas de café, posters, llaveros, pegatinas y parches, bolígrafos y púas de guitarra, tallas de cartón a escala natural, rompecabezas y botones. Puedes gastar una fortuna en la calle, escuchar todas sus canciones y ver todos los programas de televisión en los que ha actuado o ha escrito, descender a las entrañas del Underground Garage o también matricularte en la universidad clandestina de Little Stevie. Está todo allí, y también muchos ejemplares de este libro. Y al igual que cualquiera de las canciones de Stevie, este librazo mantiene tu atención y no deja una sola anécdota sin contar ante la que no valga la pena soltar una buena carcajada. Es este un cuento con moraleja y gran sentido del humor, sabiduría mundana y desmesurado atrevimiento. Sin lugar a dudas, Stevie demuestra en cada una de sus páginas que es un tipo cuyas andanzas hay que conocer.» Bob Dylan.
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