Se inauguraba una nueva edición del F.I.T. (Festival Iberoamericano de Teatro) con “Carta” de la autora portuguesa Mónica Calle. El lugar para el estreno era el más señero de todos los recintos gaditanos donde se desarrollará el evento, desde el 15 de octubre hasta el 31, como es el Gran Teatro Falla que presentaba una media entrada, menos que en otras temporadas donde la primera función era sinónimo de lleno absoluto.
Tal vez la obra seleccionada no fuese la indicada para una fecha tan importante. Puntuales aparecían por el desnudo escenario del Falla, sin ningún tipo de decorado, las treinta mujeres actuantes y una Mónica Calle que nos explicaba la vinculación que tenía con España al nacer en Madrid y los problemas que habían existido con “Carta” al haber sido representada, con anterioridad, en una sola ocasión en Lisboa, horas antes de que llegase el confinamiento domiciliario en Portugal, antes de presentarnos y saludar al equipo artístico.
Una vez comenzada la hora y media de duración de la obra, bajo una luz matizada, las intérpretes se desnudaban y poco a poco se iban uniendo tarareando el primer movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven. De hecho, la música era el hilo conductor de “Carta” pues la estructura de los tres actos es la misma para representar los cuatro movimientos. Primero todas unidas tarareando la melodía para ir incorporándose unas cuantas en forma de orquesta, mientras otras bailan o se mueven por el escenario.
Si bien Beethoven con su sinfonía conmemoraba la victoria contra las tropas de Napoleón, Calle con su representación nos habla de temas de moda con palabras actuales como el empoderamiento femenino o la sororidad, entendida como hermandad de mujeres. De hecho, nos imaginamos que a propósito fallan notas o desafinan como solistas sonando mejor como conjunto. Sin duda los mejores momentos de “Carta” están ahí, en algunos fragmentos que suenan razonablemente bien junto con los tarareos aunque hay que reconocer que el juego de luces es acertado, contrastando las luces y las sombras sobre los cuerpos desnudos de sus protagonistas. Chicas jóvenes de diferentes alturas, razas y constituciones físicas.
El problema radica en que “Carta” no termina de definirse pues ni es teatro, ni música ni danza aunque tenga apuntes de todas esas artes escénicas. Los pasos de baile son básicos, el sonido de la pequeña e improvisada orquesta (violines, cellos, oboe, flauta y timbales) queda lejos de lo exigible y el eje que vertebra la obra es débil por lo que la capacidad de sorpresa del espectador no dura demasiado, limitándose a repetir la estructura de forma circular pues el final nos lleva al comienzo tarareando de nuevo el primer movimiento acercándose al patio de butacas con gran luminosidad, mostrando el triunfante cuerpo femenino sobre la adversidad.
“Carta” es un ejemplo de lo que Isla Aguilar y Miguel Oyarzun (directores artísticos del FIT 2021) pretenden en este año; visibilizar las problemáticas de género y el proceso de empoderamiento femenino, cosa que esta sesión inaugural representa a la perfección. Otra cosa es que su resultado final sea un acierto o el adecuado. Quizás en un recinto algo más pequeño hubiese lucido más la obra pues creemos que un producto “underground” como este le queda algo grande un coliseo como el Gran Teatro Falla, más acostumbrado a montajes de mayor calado, decorados y direcciones escénicas. “Carta” transita entre una iluminación conseguida y algún breve momento de interés pero en muchos otros da la sensación de teatro “amateur” o como escuchamos por los pasillos digno de una actuación de final de curso.
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