Charlie Watts ya está en el Olimpo de los grandes baterías de rock junto con leyendas como Keith Moon, John Bonham, Ginger Baker y Mitch Mitchel. Entre tanto exceso y tanto macarra de su generación, Charlie Watts fue la excepción. Casado desde 1964 con su única esposa, Watts era el contrapunto serio y formal frente a sus compañeros de The Rolling Stones. Gentleman impecable, alejado de los escándalos, siempre correcto en las formas y pulcro con su batería,Watts no era de esos que les gustaba adornar con innecesarias florituras su trabajo a las baquetas. Gran admirador de Charlie Parker, Watts se consideraba a sí mismo un batería de Jazz. Su trabajo en The Rolling Stones ha sido una lucrativa manera de ganarse la vida, pero su verdadera pasión era el Jazz. Hecho que se evidencia en el “agarre” de Jazz con el que tomaba la baqueta con su mano derecha. Watts ha pasado a la historia como el tipo que marcaba el ritmo para los riffs de Richards y la voz de Jagger, era su metrónomo humano en los Rolling Stones. Pero era mucho más dentro del grupo. Watts ha sido el pegamento que ha mantenido unido a The Rolling Stones durante más de medio siglo. ¿Quién creéis que limaba asperezas y relajaba las tensiones en la siempre complicada relación entre el impredecible Richards y el maquiavélico Jagger? Charlie Watts era el hombre tranquilo, reservado y conciliador que, alejado de la primera línea y el foco mediático, cumplía exactamente con su deber: marcar el ritmo.
Para muestra un botón: Se cuenta que en 1984 The Rolling Stones se encontraban en un hotel de Amsterdam planeando la grabación de su siguiente álbum y la cosa derivó en una juerga tremenda. Mick, Keith y los roadies regresaron al hotel a las 5 de la mañana para seguir la fiesta en la habitación de Keith, quien ya muy borracho quiso que Charlie se uniera a la fiesta, así que llamaron por teléfono a su habitación. Watts contestó pensando que se trataba de una emergencia y cuando descolgó el auricular Jagger comenzó a gritar “¿Dónde está Charlie? Quiero que venga mi baterista. Arrastra tu culo hasta aquí”. Charlie con toda tranquilidad se levantó de la cama, se afeitó, se puso su traje, su corbata, unos elegantes zapatos italianos y se dirigió a la habitación de Richards. Mick fue quien abrió la puerta para recibirlo y de inmediato Charlie le propinó un fulminante golpe en la mandíbula que lo tumbó en el suelo. Charlie completamente furioso le gritó: “¡No vuelvas a decir que soy TU baterista! ¡¡TÚ eres MI puto cantante!!”.
Descansa paz, Charlie, y gracias por los buenos momentos.
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