Antes de ver la cinta de Jonathan Hensleigh, cuyo título más importante hasta la fecha era la fallida traslación a la gran pantalla de “The punisher”, el hecho de ambientarse en parajes helados y tener a Liam Neeson como estrella podría inclinarnos a pensar de que sería algo similar a la reciente «Venganza bajo cero» donde Hans Petter Moland repetía, con cierto éxito, su película noruega sobre un padre vengador contra la mafia culpable de la muerte de su hijo.
A pesar del mismo protagonista, un decorado similar y encontrarnos ante un largometraje de acción, “Ice road” se parece más a “El salario del miedo”, el magnífica filme de Henri George Clouzot de los cincuenta, con un interesante remake de William Friedkin en los setenta titulado “Carga maldita”. En el original teníamos a unos camioneros que debían llevar un cargamento de dinamita por unas carreteras latinoamericanas llenas de peligros y donde el explosivo podía acabar con la vida de los conductores en cualquier momento. En el guion del propio Hensleigh, el peligro no está en lo que se transporta (un enorme equipo para salvar a unos mineros atrapados) sino en la vía pues los tráileres tienen que recorrer una carretera helada pero a la que le queda poco tiempo para volver a ser agua. Además se suma un más que posible sabotaje por oscuros intereses.
La historia es entretenida, fácil de ver y de olvidar, pirotécnica en límite sumo e irregular en su tratamiento, alternando momentos de tensión y secuencias emocionantes con otras donde se nota en demasía los efectos especiales generados por ordenador y más que acaban resultando irreales cuando no ridículas. Jonathan Hensleigh peca por exceso tanto en el guion como en la puesta en escena aunque su casi hora y tres cuartos se ve con agrado, no irritando e intentando ofrecer un vehículo de lucimiento a un Liam Neeson que se siente “como pez en el agua” en este tipo de producciones.
Él es el principal atractivo de un reparto donde aparece en un pequeño papel Laurence Fishburne , donde Neeson es un descreído hombre que cuida de su problemático hermano y al que no le queda más remedio que aceptar el trabajo de conseguir llevar el equipo para rescatar a los mineros, junto al dueño de la empresa de transporte, una camionera indígena y el perito del seguro. La trama nos indica que tienen que ser tres los camiones que intenten conseguir la imposible empresa para que con que tan solo uno llegue los mineros puedan ser rescatados. A partir de ahí, tenemos una lucha contra el tiempo, la helada carretera (bien fotografiada por Marcus James y Tom Stern), las inclemencias del tiempo y un posible sabotaje que complica mucho más el, ya de por sí, difícil cometido a ritmo de la “machacona” banda sonora de Max Aruj.
“Ice road” no inventa nada pero es una forma de entretenimiento perfecta para combatir el calor estival de este final de verano con los fríos parajes de la canadiense Manitoba y una acción acelerada a la que es mejor no hacer ningún análisis profundo pues en cuanto se rasque un poco la superficie quedarían al descubierto todas las costuras. Aun así, su falta de pretensiones, pues no incide en su mensaje ecologista ni en la superioridad femenina ni en otros aspectos de la cultura posmoderna que simplemente se apuntan, hace que el “divertimento” cumpla su función y salgamos del cine con una sonrisa en el rostro pensando la próxima película que vamos a ver, olvidando al poco tiempo esta muestra del cine de acción donde Liam Neeson se ha especializado aunque su último papel donde le disfrutamos nada tenía que ver al protagonizar «Una villa en la Toscana».
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