El barrio es la patria de aquellos que cuando oteamos el horizonte no nos topamos con ninguna frontera que obstaculice la vista, ni ninguna bandera que no deje pasar el viento fresco de poniente. El barrio es la mirada cómplice del conocido con el que cruzas tus pasos aunque no tus palabras siempre. O nunca. El abordaje a la vida entre calles que abrazan gentes y se asfaltan con historias de risas y llantos. Pero sobre todo de supervivencia. Los himnos del barrio no suenan en los atriles ni en fanfarrias uniformadas. Gritan desde las ventanas disfrazados de sueños de evasión evaporados entre decibelios, o refugiados. Váyase usted a saber. El barrio no sabe de pasaportes, al menos algunos. Otros viven otras realidades que consideran propias. Mi barrio está repleto de hijos del agobio que menudean con la vida a cambio de vivir el presente. Mi gente recoge con asco las propinas hasta que un día el hastío les arme de valor para exigir lo que les pertenece. O quizás eso nunca llegue, que las conciencias las tenemos alteradas para que no nos muerdan los nudillos. Mi barrio está pegado al tuyo aunque nos separen kilómetros de distancia. Si te asomas al balcón casi podrás tocar mi mano, aunque no sea a mi brazo al que está atada. Tu barrio y el mío se llama “Santana Bendita” y sus calles cada mañana se reconstruyen a través de un distorsionado amplificador.
Si mi barrio necesita un ejercito de liberación que lo defienda, lo pongo en manos de El Lobo En Tu Puerta, que los uniformes siempre me dieron pavor y sin embargo enjuagado en vatios hago la señal de la santa cruz. Los de Chiclana de la Frontera son obra y arte del Sur del Sur, pero salvaje. Cuentan que han aparcado su fe de devotos del heavy blues en este “Santana Bendita”, pero a mí me parecen más pantanosos que nunca enrocados en la desembocadura de un Guadalquivir que esquiva rocieros y ensalza nuestra devoción por la santa distorsión. 36 minutos de guerrilla sonora, invasión capacitada en ocho movimientos solo calificables bajo el tamiz de Julio, Tanin y Búho, es decir, la afiliación afecta a El Lobo En Tu Puerta bajo el auspicio trasgresor de Spinda Records. Los devaneos cósmicos cruzados por un riff monolítico de “Madre” abren la puerta de este nuevo trabajo, construyendo un muro sónico de fuerza hercúlea. Llamalo proto heavy, stoner, rock correoso o como te de la puta gana. “Müllenbach F.S.” me pone en pie con pecho erguido con su ritmo casi hardcore de velocidad controlada y batería pletórica. Buenos augurios se prestan en el sonido pantanoso de “El hombre de cera”, mostrando esa manera propia de bastardizar el blues a la manera de ELETP.
El riff de “La llamaban nadie” taladra tu cerebro mientras esos teclados te invitan a un viaje psicotrópico de melodías inversas. “Tan fuerte” bebe de las raíces del hard clásico con ese soniquete a lo Led Zep junto al vaivén rítmico que propone. “Hong Kong II” invoca al Iommi más pasado de rosca en su inicio para luego avanzar en una andanada de puro rock duro musicalmente y descaro punk en las voces, scratches incluidos. “Pennsylvania” es una solida roca rodando por una pendiente directa a tu cráneo. Guitarras proto heavy, chulería desértica en la línea de voz como contrapeso. Punto y final. Vuelta a empezar pulsando el play. El Lobo En Tu Puerta soplan fuerte y derriban casas a base de estruendo sonoro. El Sur del Sur arde en exceso.
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