Que Ray Bradbury es uno de los escritores más influyentes en la ciencia ficción del siglo XX, poca gente lo pondrá en cuestión, merced a sus afamadas “Farenheit 451” y “Crónicas marcianas”. Entre ambas escribió el cuento “A Sound of Thunder”, popularmente conocido en España como “El ruido de un trueno” y que ahora nos llega en una nueva, y brillante, traducción como “Un sonido atronador” publicado por Nórdica Libros. El trabajo “corre a cuenta” del Colectivo Ray Bradbury Billar de Letras, coordinado por Maite Fernández Estañán y donde han colaborado también Rubén Cervantes Garrido, Romina De Carli, Ángel Ferrer, Renata Józiak, Ivana Krpan, Nina Morillas Jorgensen, Inmaculada Ortiz Montegordo, María Natalia Paillié Plazas y Llanos Toboso, proyecto en el que algún día nos extenderemos más.
Un trabajo excelso que cuenta con unas brillantes ilustraciones de Elena Ferrándiz y donde se ha optado por titularlo “Un Sonido Atronador” porque se ajusta más al contexto del relato, que recordamos se sitúa en el año 2055, donde una empresa organiza safaris en el pasado, pudiéndose cazar casi cualquier animal extinto, incluso dinosaurios, siempre y cuando uno no salga del camino trazado. Un cuento que nos alertaba de los peligros de un futuro tecnocratizado y que presentaba en sociedad la conocida hipótesis del “efecto mariposa”.
Como buena parte de los trabajos de Bradbury, “Un sonido atronador” ha trasladado sus palabras a la imagen, con un divertídisimo capítulo de “Los Simpson”, en sus especiales de Halloween y una delirante película que dirigió (para su desgracia) un correcto artesano como Peter Hyams en 2005, titulada en España “El sonido del trueno”. Uno de los grandes fracasos de taquilla del siglo XXI, que terminó de arruinar a Franchise Productions, al quebrar en mitad del rodaje por las pérdidas generadas por otro producto de ciencia ficción como “Campo de batalla: la Tierra”, donde con escaso éxito artístico John Travolta intentó adaptar la novela de su líder cienciológico R.L. Hubbard. El caso es que el bueno de Hyams tuvo que lidiar con semejante catástrofe. Y los efectos especiales (lo más costoso de la producción) tuvieron que reducirse hasta límites absurdos.
Por fortuna, y mientras se rueda una versión que haga justicia al relato de Bradbury, trabajos con tan buen gusto en traducción e ilustraciones, nos siguen mostrando la obra de un escritor capital para entender la ciencia ficción moderna y esa compleja existencia entre dos mundos como son el alma humana y la tecnología. Algo que debería resultar compatible, pero que en estas distopías se nos avisa del peligro del mal uso de estas herramientas por parte de una sociedad individualista, donde todo gira alrededor de sus caprichos.
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