Charles Tomlinson, fue un poeta británico que bebió de la poesía moderna americana. Su poesía tiene una doble vertiente. Una intelectual, más relacionada con el mundo de las ideas y otra con las imágenes de la naturaleza. En este caso de hoy, os traigo un poema de esa primera vertiente, que da como resultado un bello texto en el que se establece un símil entre las dos caras de una misma puerta y el devenir de la vida.
The door
Too little
has been said
of the door, its one
face turned to the night’s
downpour and its other
to the shift and glisten of firelight.
Air, clasped
by this cover
into the room’s book,
is filled by the turning
pages of dark and fire
as the wind shoulders the panels, or unsteadies that burning.
Not only
the storm’s
breakwater, but the sudden
frontier to our concurrences, appearances,
and as full of the offer of space
as the view through a cromlech is.
For doors
are both frame and monument
to our spent time,
and too little
has been said
of our coming through and leaving by them.
La puerta
Demasiado poco
se ha hablado
de la puerta, de su único
frente vuelto hacia el aguacero
nocturno y del otro
hacia la cambiante y reluciente luz del fuego.
El aire, aprisionado
por esa cubierta
en el libro de la habitación
está ocupado por las torcidas
y oscurecidas páginas y por el fuego,
mientras el viento empuja los paneles, o desorganiza ese incendio.
No sólo
el rompeolas
de la tormenta, sino la repentina
frontera de nuestras coincidencias, apariencias,
tan llena de esa oferta de espacio
como la vista a través de un dolmen existe.
Aunque las puertas
son ambas marco y monumento
a nuestro tiempo pasado,
también demasiado poco
se ha hablado
de nuestras entradas y salidas por ellas.
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