Watchmen es la inesperada continuación del cómic de Alan Moore (quien desprecia las adaptaciones de sus obras y cuyo nombre no aparece por ningún sitio en la serie) y Dave Gibbons, que nos sitúa en un distópico presente. Han pasado 30 años de los hechos narrados en el cómic y nada es como nos habríamos imaginado. El sacrificio de 3 millones de personas evitó la hecatombe nuclear pero dista mucho de ser la utopía deseada por Adrian Veidt. Los policías deben ocultar su rostro por miedo a la represalias, el actor Robert Redford es presidente de los Estados Unidos, Vietnam es el estado 51, el racismo campa a sus anchas y de vez en cuando llueven calamares del cielo. La serie es algo liosa al principio. Demasiadas piezas inconexas que van tomando forma conforme avanzan los episodios. Watchmen se toma su tiempo, progresa lentamente y no tenemos muy claro hacia dónde va hasta el cuarto episodio, pero puede ser una de las series de la década. Y no, no es necesario haber leído el cómic o haber visto el film de Zack Snyder para entender este Watchmen de HBO, pero ayuda bastante y suma puntos ya que se reconocen los guiños.
El encargado de esta, a priori, innecesaria adaptación/continuación del universo Watchmen no ha sido otro que Damon Lindelof, escritor de aclamadas series como Perdidos o The leftovers y estupideces con forma de película como Prometheus o World War Z (dos de los bodrios más decepcionantes de la última década). Está visto que a Lindelof se le dan mejor las series. Eso sí, la idea original de Moore sigue latente aunque mitigada: tener superpoderes no te hace buena persona. Es más, según Alan Moore los super héroes supondrían un serio problema. Más que salvarle de los peligros, los justicieros enmascarados acabarían sometiendo al ciudadano. Pensemos que los justicieros tradicionales no se someten al imperio de la ley y campan a sus anchas, siendo juez, jurado y verdugo. Se pasan por el forro de la capa el derecho a un juicio justo y la presunción de inocencia. Los vigilantes (Watchmen) de Alan Moore van más allá: son tiranos que se alían con el capitalismo para controlar a los ciudadanos (idea que retomó The boys), formando parte del sistema represor del estado. Esta concepción de los vigilantes encapuchados está bastante edulcorada en la serie, que gira más en torno al racismo. Como toda buena distopía, Watchmen sirve de espejo de la realidad sociopolítica del momento en el que se crea. Watchmen evidencia el miedo de la sociedad actual. “Un blanco enmascarado es un héroe, sin embargo, un negro enmascarado da miedo”. Se notan también los ecos de la psicosis producida por el 11-S (algo que Moore no pudo plasmar ya que ocurrió 15 años después de la publicación de su obra) y no deja pasar la oportunidad de denunciar la influencia de las fake news en la sociedad. Ya sabes: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
Los primeros capítulos de Watchmen son desconcertantes, lo admito, aunque lentamente va tomando forma esta peculiar recreación del complejo universo Watchmen. Sorprendentemente, a partir del quinto episodio la serie se torna adictiva. Me atrevería a decir que este Watchmen de HBO no se limita a recrear el universo de Watchmen el cómic sino que incluso lo amplia de forma muy hábil. Retoma personajes conocidos del cómic (y su adaptación de Zack Snyder) como Adrian Veidt, Espectro de seda, Justicia encapuchada o el Dr Manhattan e introduce nuevos (Sister Night, Looking Glass) no menos complejos. Me quedo con la enigmática Lady Trieau, un personaje que esconde mucho más de lo que parece. También es fascinante toda la trama de Angela Abar (Regina King) y los derroteros de su investigación. Aunque la trama más desconcertante es la que se centra en Adrian Veidt (Jeremy Irons) u Ozymandias (nombre por el que se conoce también a Ramsés II), el hombre más inteligente del mundo.
Por cierto, Rorschach no aparece en la serie (por ahora) pero sirve de inspiración a una reencarnación de supremacistas blancos que visten su máscara y se hacen llamar El séptimo de caballería. Rorschach siempre fue un antisistema de derechas. Ya que estamos, no creo que Alan Moore vea la serie ni le importe un bledo, pero me atrevo a decir que no le disgustaría tanto como otras funestas adaptaciones de sus obras. Las adaptaciones de La liga de los hombres extraordinarios y From hell fueron especialmente desastrosas.
Resumiendo. De los 9 episodios de la primera temporada, prácticamente cada uno de ellos supera al anterior y la serie acaba por todo lo alto zanjando las dudas que había ido hábilmente sembrando. Para terminar, debo recomendar la imprescindible banda sonora a cargo de Trent Reznor y Atticus Ross (Nine inch nails) incluida esa versión del clásico Life on mars? de David Bowie con la que culmina el séptimo episodio.
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