El libro de Robbie Robertson es lo que se puede decir un «libraco» de los que se devora literalmente en un santiamén, además de dejarte pensativo sobre la cantidad de libros «inútiles» escritos sobre Dylan y The Band que se han escrito por parte de onanistas de la Wikipedia alabados por «palmeros» que te dan la hora sin necesitad de pedirla. Salvo por supuesto el libro de Miguel López, Imposible Vivir así , que es complemento ideal tras la lectura de Testimony.
Con esto quiero decir que Testimony aporta algo de verdad de lo que sucedió en el seno de unos de los grupos más esenciales del rock. Es un libro que se vive en directo y nada mejor que te lo cuente un protagonista. Es junto a la biografía del desaparecido Levon Helm los dos libros imprescindibles para sumergirse completamente en la carretera y en la vida de estos músicos tan icónicos. Es la cara y la cruz de como lo vivieron dos amigos que terminaron sin hablarse durante años, aunque esta etapa no sale reflejada en el libro y uno se queda con ganas de saber que paso tras The Last Waltz.
Al igual que sucede con Lennon/McCartney, Jagger/Richards,Yo siempre fui más de Levon, hasta un punto de idolatría sana hacia su voz y también hacia el batería de The Band y con ello algo de antipatía hacia Robbie, juzgándole como el artífice de el fin de The Band, el guaperas que se juntaba con la jet set, etc… Robbie es un escritor magnifico, aunque se discuta realmente la autoría de muchos temas del grupo, pero prueba de ello son tantos temas emblemáticos que salieron de su pluma y ahora, a la hora de contar su historia, uno queda maravillado como capitulo a capitulo Robertson y sus compañeros van creciendo tanto en sus vidas como en lo referente en el plan musical, y todo ello escrito como si fuera un tema de La Banda.
Prácticamente el olor a musgo que rodeaba The Big Pink emana de las páginas de Testimony, y si uno acerca el libro a su oído posiblemente pueda escuchar el acordeón de Garth Hudson o la mandolina de Levon. Un libro bien traducido con las fotos justas e interesantes que aportan un plus sin distraer al lector con imágenes de archivo para suplir la falta de información. Aquí lo que vale es la narración, fascinante y apasionante. Anécdotas a cada episodio, uno se siente junto a ellos en el sótano de Big Pink presenciando como brotaban de sus mentes y sus manos aquellas maravillas que se plasmaron para la historia en una colección de discos imperecederos. Robbie gana simpatías tras la lectura de su disco, aunque se le nota algo de autobombo sobre su trabajo y mucha admiración y cariño hacia un Helm y Richards , que seguramente lamenta no habérselo sabido transmitir durante los años tras la separación de la banda. Es imperdonable que Robertson no acudiera al entierro del funeral de Richard Manuel junto a sus otros compañeros. Un libro que se convierte en imprescindible y que ayuda a que Robbie ya no sea tanto el malo de la historia.
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