El siguiente poema de Las Flores del Mal, la obra cumbre de Charles Baudelaire, cuyo número es el XVI, está escrito en un lenguaje más claro, menos simbólico. Por esto no lo explicaré, ya que el texto habla por sí mismo. La Condena del Orgullo se llama. Este título lo dice todo. Una época en la que la religión estaba en auge. Un poema un poquito más largo que los anteriores que presenta de manera bella algún hallazgo poético, siempre en alusión al camino del sufrimiento de las almas.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
CHÂTIMENT DE L’ORGUEIL
En ces temps merveilleux où la Théologie
Fleurit avec le plus de séve et d’énergie,
On raconte qu’un jour un docteur des plus grands,
— Après avoir forcé les cœurs indifférents ;
Les avoir remués dans leurs profondeurs noires ;
Après avoir franchi vers les célestes gloires
Des chemins singuliers à lui-même inconnus,
Où les purs Esprits seuls peut-être étaient venus, —
Comme un homme monté trop haut, pris de panique,
S’écria, transporté d’un orgueil satanique :
« Jésus, petit Jésus ! je t’ai poussé bien haut !
Mais, si j’avais voulu t’attaquer au défaut
De l’armure, ta honte égalerait ta gloire,
Et tu ne serais plus qu’un fœtus dérisoire ! »
Immédiatement sa raison s’en alla.
L’éclat de ce soleil d’un crêpe se voila ;
Tout le chaos roula dans cette intelligence,
Temple autrefois vivant, plein d’ordre et d’opulence,
Sous les plafonds duquel tant de pompe avait lui.
Le silence et la nuit s’installèrent en lui,
Comme dans un caveau dont la clef est perdue.
Dès lors il fut semblable aux bêtes de la rue,
Et, quand il s’en allait sans rien voir, à travers
Les champs, sans distinguer les étés des hivers,
Sale, inutile et laid comme une chose usée,
Il faisait des enfants la joie et la risée.
LA CONDENA DEL ORGULLO
En esos días maravillosos donde la Teología
floreció con la mayor savia y energía,
se dice que un día un médico de los mejores,
— después de haber obligado a los corazones indiferentes;
de haberlos removido en sus negras profundidades;
después de haber cruzado hacia las glorias celestes
los caminos peculiares para él mismo desconocidos,
donde los puros Espíritus solitarios quizá habían llegado, —
como un hombre encaramado a lo alto, presa del pánico,
exclamó, conducido por un orgullo satánico:
«¡Jesús, jesusito! ¡te he llevado muy en alto!
pero si hubiera querido atacarte por falta
de armadura, tu deshonra igualaría a tu gloria,
¡y no serías más que un nonato ridículo!
Inmediatamente su cordura se esfumó
el resplandor de ese sol de un crespón se cubrió;
todo el caos rodó en esa inteligencia,
templo otrora viviente, lleno de orden y opulencia,
bajo los techos del cual, tanta pompa había lucido.
El silencio y la noche se instalaron en él,
como en una cripta cuya llave se pierde.
Por ello quedose igual que las bestias de la calle,
y cuando se marchaba sin ver nada, cruzando
los campos, sin distinguir los veranos de los inviernos,
sucio, inútil y feo como una cosa usada
sirvió a los niños de hazmerreír y felicidad.
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