En esta nueva entrega de Las Flores del Mal, Charles Baudelaire, nos plasma a la musa venal y su melancólica alegría. Un poema más bien corto, aunque no por ello vacío de magia. Una dulce alusión a la dulce vanidad de aquella época. A ese papel representado en el teatro de la vida de entonces. Una mirada penetrante que engarza con los entresijos que suceden detrás de la musa venal. Que lo disfrutéis.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LA MUSE VÉNALE
Ô muse de mon cœur, amante des palais,
Auras-tu, quand Janvier lâchera ses Borées,
Durant les noirs ennuis des neigeuses soirées,
Un tison pour chauffer tes deux pieds violets ?
Ranimeras-tu donc tes épaules marbrées
Aux nocturnes rayons qui percent les volets ?
Sentant ta bourse à sec autant que ton palais,
Récolteras-tu l’or des voûtes azurées ?
Il te faut, pour gagner ton pain de chaque soir,
Comme un enfant de chœur, jouer de l’encensoir,
Chanter des Te Deum auxquels tu ne crois guère,
Ou, saltimbanque à jeun, étaler tes appas
Et ton rire trempé de pleurs qu’on ne voit pas,
Pour faire épanouir la rate du vulgaire.
LA MUSA VENAL
Oh! musa de mi corazón, amante de los palacios
¿Tendrás, cuando enero suelte sus bóreas
durante los negros tedios de las nevadas noches
un tizón para calentar tus pies violáceos?
¿Avivarás entonces tus hombros jaspeados
con los rayos nocturnos que atraviesan las ventanas?
Sintiendo tu monedero tan seco como tu paladar,
¿Cosecharás tú el oro de las azuladas bóvedas?
Necesitarás, para ganarte el pan de cada noche,
como un niño del coro, manejar el incensario
cantando los Te Deum, aquellos en lo que no crees.
O, saltimbanqui en ayuno, desplegar tus encantos
y tu risa húmeda de lágrimas que no se ven
para hacer florecer la carcajada del vulgo.
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