Isao Takahata, autor de La tumba de las luciérnagas, representa el lado menos lúdico y comercial del Studio Ghibli. Mientras su socio Hayao Miyazaki se ha llevado la fama y la gloria, Takahata nunca ha sido un cineasta fácil. Takahata siempre ha apostado por una animación más madura y minoritaria que no suele ser complaciente con el espectador. Ni que decir tiene que, a pesar de la estética naif, sus películas animadas no son para los más pequeños de la casa.
Esta historia de Isao Takahata y Riko Sakaguchi se basa en un célebre cuento japonés al que le han añadido múltiples aristas. Esta mágica historia tradicional rebosa magia y sensibilidad en un envoltorio fascinante. Un matrimonio sin hijos descubre una niña que brota literalmente de un rayo de luz dentro de un bambú. Partiendo de esta premisa, Takahata nos propone la dicotomía entre campo y ciudad. El campo viene a simbolizar esa libertad propia de la infancia mientras la ciudad simboliza las obligaciones de la edad adulta. Los lujos y comodidades de la ciudad encierran el alma libre de la joven protagonista en una jaula de oro. Pronto surgirán pretendientes que la princesa rechazará sistemáticamente. Como veis, no estamos ante un film de animación convencional
La princesa Kaguya es un film que impresiona por la delicadeza de su dibujo (que recuerda a la pintura tradicional nipona) y la sensibilidad de su trama. Sin prisa pero sin pausa, el film se va haciendo adulto ante nuestros ojos, planteando cada vez cuestiones más complejas como la importancia de los roles, la libertad, el deber de obediencia hacia los mayores, el destino, el absurdo de las costumbres sociales, etc. Esta simple historia se transforma en un canto a la libertad. Takahata se tomó su tiempo, su forma de trabajo es lenta, artesanal. Se dice que dedicó 5 años únicamente a realizar el story board de la primera media hora del film. Finalmente la realización total del film le llevó 8 años y casi 50 millones de dólares. Toda esa dedicación se nota en el delicado resultado final del film. Si a todo ello le unimos la música de Joe Hisaishi nos resulta un film único que es una verdadera delicia para los sentidos.
Sin embargo, El cuento de la princesa Kaguya no recaudó en la taquilla japonesa lo esperado y con 3 años de retraso llegó en 2016 a las salas españolas, por las que pasó, lamentablemente, con más pena que gloria. Una auténtica pena que esta joya pasara desapercibida.
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