Recién entrados en diciembre, este 2015 se va terminando. No hace nada que celebrábamos su entrada y ya, cerca, vemos la salida; cómo otro calendario va a la basura y, de nuevo, seguimos coleccionando minutos vividos, unos con intensidad, otros con desidia, pero, a fin de cuentas, todos parte del camino recorrido.
En unos días, comenzaremos a leer listas por todos lados, y no me refiero a las de los reyes magos ni a las infames de los partidos políticos. Hablo de los mejores discos del año, algo tan subjetivo y tan lleno de contradicciones, según quien lo lea o escriba, que como divertimento es algo cojonudo, como guía o base a seguir, más en estos tiempos, en los que Youtubes, Spotifys o yo qué se, te da la opción de poder escuchar canciones y comprobar si coincides con la opinión del baranda de turno, que la creencia ciega en lo que alguien pueda pensar o creer sobre algún disco en cuestión, para mi perdió sentido hace ya mucho tiempo.
Supongo que haré mi lista de rigor, me gusta hacerlas, pero cada vez me cuesta más ponerme. Primero, porque siempre me dejo algún disco en el tintero, y segundo, porque, a estas alturas, aún tengo discos por escuchar, que me da la impresión de que pintan más que bien. Y, por supuesto, las sorpresas, esos que no tienes ni puta idea de que vas a encontrar, y te llevas una alegría tremenda al escucharlos. Eso me ha pasado con este Bastard sons of rock and roll, de los brasileños Overfuzz, que seguramente no esté en mis quinielas, pero si que estoy disfrutando con su sonido una barbaridad, porque los cierto es que estos tipos, con su hard de corte setentero, son plato de buen gusto, y uno de esos discos de estos años que se van a quedar guardado en mi memoria, vaya que si.
El power trio basileño, abre el disco con la canción que le da nombre, a base de marcados riffs. Se aceleran a lo Motorhead con «Turning your beauty into a sickness», buscando un sonido más crudo. Muy rockero suena «Purple skin», sobresalientes las guitarras en esta canción y la melodía vocal. Me encanta «Best mistake», su base es un infeccioso blues, al que añaden monolíticos riffs a lo Black Sabbath.
Otra canción que sobresale es «Seeking blood», con esos fraseos, y esa mezcla de contundencia y melodías. «A fuzz in a breeze» es un instrumental donde exploran territorios más cercanos al prog para enganchar con la hiper rockera «No bliss», donde bajo y batería se convierten en una bomba a punto de explotar. Sigue la potencia y los sonidos retros con «You die tonight» o «Demons eyes», donde las guitarras vuelven a tomar protagonismo. «Brizola» es una pequeña chulería festiva, con palmas incluidas que antecede a «Evil desires», juega muy bien con las melodías vocales.
Terminan con «Possum», a toda máquina, dejando un gran sabor de boca con este disco. Muy recomendables.
Nice review! =)