Oh no, canción que es la imagen musical de la autodestrucción, es la última melodía publicada del compositor y multi-instrumentista John Serrano. Un trabajo con el que se ha dado un paso más hacia lo melódico, esa dirección tan complicada de conseguir a veces.
“El duelo, ansiedad y pastillas.
No puedo dormir (ah)
no puedo comer.
(Ah) No soy el hombre que solía ser (ah ah)”
Tenemos ante nosotros una canción con unas imágenes de polaroid de lo que sería el camino, paso a paso, hacia la autodestrucción conducida. Unas imágenes del sufrimiento al que nos llevan a veces y la imposibilidad de controlarlo de manera que el corazón hipertrofie en negativo, a las malas, con dolor.
“Me duele,
sufrimiento, sus correos, las pastillas (ah ah)
La presión, el veneno,
me meto mi dosis (Ah)
Oh no,
Oh no,
estoy entre la espada y la pared”
La única manera de desaparecer es a través de la evasión de la consciencia del presente. Drogas, pastillas, más drogas, más pastillas. Insensibilizar el corazón parece la única vía de escape, puesto que no se percibe la senda de la comprensión de la realidad circundante, la mirada no está hacia afuera, se dirige hacia dentro como la mano a la herida.
“No puedo respirar, no puedo pensar,
sólo dejar que la sombra tome el control,
tal vez durante cinco minutos (Ahhhh)
quizá durante cinco años,
quién sabe, a quién le importa,
no a mí, de todos modos, ya no.
Oh no, oh no.”
También existe la imposibilidad de honestidad. La autodestrucción es una respuesta deshonrosa, es un chantaje emocional. Si sigues así, dejo de existir. Parece que la responsabilidad no es de uno, sino del hostigador.
“Ya viene,
ese bajón.
Así que la tormenta es todo lo que puedo sentir,
el miedo a perder mi autocontrol.
Oh no, oh no.
Alguien llama a la puerta.
Oh no,
oh no,
Mi médico está al teléfono.
Oh no,
oh no,
Está llamando a la policía, oh no.”
Ante la impotencia de razón alguna, la coerción es la única manera de detener lo que esa razón no puede. Precisamente con testigos presenciales se toma consciencia de uno mismo y de esa actitud errónea.
“Oh no,
no quise hacerlo,
fue sin querer.
No te preocupes,
estoy bien,
es sólo un poco de O.D.*”
Caen las fortificaciones del ser, no hay excusas, sin embargo, se dejan huellas de nuestra vulnerabilidad para explicar lo sucedido.
“Las pastillas, algo de cerveza, un poco de hierba
y más pastillas.
Me sentía demasiado seguro como para que fuese real.
Sabía que me iba a ir.
Una gota en la inmensidad del océano.
Quién sabe, a quién le importa.
No a ti, en cualquier caso.
No a ti.
A ti no, precisamente.”
Se descubre al hostigador, que conoce a la perfección el camino de la destrucción ajena, solamente hay que seguirlo. Es el amor sin amor. Sin amor propio, el que está de rodillas ante ese odio sibilino.
“Oh no, alguien llama a la puerta,
oh no, mi médico está al teléfono.
Oh no, no quería hacerlo, no fue mi intención.
No te preocupes,
es sólo un poco de O.D.*”
Fotograma a fotograma, este sencillo descubre como en una pequeña obra teatral lo que sucede en estos casos. Una melodía asfixiante y oscura, aunque pegadiza y tremendamente melódica, nos muestra el camino a la perdición de manera que si alguien se encuentra en las mismas, se le tienda una mano, para que pueda coger las riendas en lugar de desvanecerse.
Nota* O.D. – Sobredosis
Disponible en todas las plataformas de streaming.





















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