Un niño observa la vida mundana frente a su ventana mientras una banda se prepara para tocar su música. De repente, toda la ciudad se transforma y nos embarcamos en un surrealista viaje psicodélico a través del espacio y el tiempo.
El videoclip, escrito y dirigido por Gilbert Kralinger, es una mezcla de recortes analógicos y distintos elementos escaneados en formato collage, mezclados con medios digitales en una historia en la que Lemozine viene a traer su luz y su magia a un mundo gris, aburrido y rutinario, para hacer reaccionar a su población. Con su música, la ciudad empieza a tomar color y se va poniendo patas arriba con la aparición de personajes imposibles con cabezas de animal y singular apariencia, y incluso la ciudad en sí misma sufre una transformación surrealista en la que la arquitectura y los interiores se vuelven absolutamente oníricos.
Detrás de este argumento se esconde el origen que motivó la composición de este tema. Desgraciadamente fue el atentado en la sala Bataclan de Paris en noviembre del 2015, mientras la gente intentaba disfrutar de un concierto de los “Eagles of Death Metal”. Este ataque indiscriminado a gente inocente y a una forma de divertirse, a la libertad de compartir los buenos momentos con nuestros semejantes y a la música como una de las máximas expresiones culturales de la humanidad, afectó profundamente a la banda que decidió que la mejor forma de luchar contra la barbarie era escribir una canción que hablara de la necesidad de celebrar la vida.De compartir, de no dejarlo para mañana, y de ser conscientes que el camino hasta aquí ha costado siglos de evolución social. No vamos a permitir que nadie nos arrebate el derecho de intentar ser felices y vivir libremente y sin miedo.
La banda liderada por la voz nórdica de Maria Lindmäe y los productores de Barcelona Mr. Loulabif (a.k.a. Raul Costafreda) y Saxattack (a.k.a David Riberas) muestra su particular mundo musical en 10 canciones y cuatro paisajes sonoros.
9 cortes que suenan a rock, a glam rock, con guiños a la electrónica industrial, al tecno y al EDM, y también al garaje riffero y al grunge de los 90. + 1 canción indie-folk: ”Silly Song”, que es un homenaje a la vida, y al derecho a celebrar (canción compuesta tras los atentados terroristas en París, en la sala Bataclan de 2015). Y como guía para adentrarse mejor en el universo de la banda, 4 pequeños collages sonoros.
Eclecticismo al margen, Lemozine mantiene su sonido característico con saxos procesados, potentes riffs de guitarra, sintes analógicos y baterías contundentes que se unen a su visión crítica pero divertida y gamberra de la vida.
Letras que hablan de nuestra sociedad actual, de ansias de libertad, del poder y el peligro de la tecnología, pero sobre todo del poder de nuestras mentes para cambiar nuestras realidades y moldearlas a nuestro gusto y, en definitiva, del poder de las palabras… del miedo a no decir aquellas pequeñas cosas que deberíamos decir…
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