El barcelonés se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera. La experiencia de Jaime Stinus, la frescura de Igor Paskual, la veteranía del Loco, su variado y rico repertorio y la calidad del resto de músicos hacen una combinación explosiva, tanto en estudio como en directo. Tenía, además de muchas ganas, muy claro lo que me iba a caer encima. Además, intuía lo que iba a ocurrir: que la “excesiva” veteranía de Deep Purple iba a verse muy resentida tras el torrente de José María Sanz y los suyos. No hubo ni sorpresas ni decepciones.
Loquillo salía a escena pasadas las diez de la noche, con unos diez minutos de retraso, irrumpiendo en un escenario cubierto por tres guitarras, bajista, teclado y batería. Al protagonista, todo elegancia enfundado en su traje negro y tupé mirando al cielo, le bastaron un par de gestos para ganarse al público. Su papel, ensayado durante treinta años, se percibe natural, divertido y jocoso, tan excesivo como disfrutable. Su voz entonó “Rock N’ Roll Actitud” con entereza, luciendo una garganta que no ha dejado de mejorar.
El Loco, haciendo honor a su actitud, salió “a matar, a destrozar a los contrarios”. Consciente de que el nombre de Deep Purple era el principal reclamo del festival, desgranó un repertorio de clásicos recientes y de siempre sin apenas dar las buenas noches, con filo de cuchillo. Cayeron unas seis o siete piezas del tirón, entre ellas la emocionante “Memoria de Jóvenes Airados” (quien no se haya identificado con ella, que tire la primera piedra) y su versión de Johnny Cash “El Hombre de Negro”. También “Linea Clara” de “Balmoral” y “Planeta Rock”, de su genial último álbum reventaron bafles. Menos conocidas por el público general, pero ideal calentamiento para lo que caería durante la segunda mitad.
Para cuando Loquillo habló abiertamente al presentar “Cruzando El Paraíso”, la banda ya sonaba a la perfección. Las guitarras habían ganado en presencia, que al principio quedaban muy por debajo del resto de instrumentos. Igor y compañía también habían marcado territorio sobre el escenario en lo que supone continuo ensayado vaivén de músicos, un auténtico show en el que la falta de naturalidad se compensa con espectacularidad y calidad. Así, llegó el punto de inflexión que revolucionó al público: “El Rompeolas”.
Acto seguido, “Carne Para Linda”, con un desatado Loquillo de lado a lado del escenario puso patas arriba al público, un clásico que tanto ha mejorado con los años. Intercalaron la reciente “El mundo necesita hombres objeto”, y a partir de ahí, aquello fue una locura de emociones transpirantes. “Feo, Fuerte Y Formal”, la poderosísima “La Mataré”, el clásico “Ritmo Del Garaje”- para la que contó con la participación de Bebe, prescindible para mi gusto- y un apoteósico final al ritmo del himno nostálgico “Cadillac Solitario”, la obra maestra de Sabino Mendez. Loquillo desgañitándose al final con sus “y nunca estás tú, nena” y todo su plantel de músicos al frente del escenario significó el colofón que todo rockero debería exigir para terminar un concierto de verdad.
Ensayado, sí, y mucho, pero sobresaliente. Supo a poco, pero sació lo suficiente como para que lo envejecido de Ian Guillan y sus compañeros más veteranos se disfrutara como un postre aceptable. Loquillo y su banda salieron por la puerta grande, habiendo interpretado sin pestañear, sin bises pierde-tiempos, solos o comentarios sobrantes, catorce canciones en poco más de una hora. El mejor rock n’ roll popular de España concentrado y servido en recipiente de buena calidad, si obviamos la regular ecualización durante la primera parte del show. Un concierto de los que se recuerdan.
Setlist:
Rock n’ roll actitud
El Hijo De Nadie
Línea Clara
Planeta Rock
Memoria De Jóvenes Airados
El hombre de negro
Cruzando El Paraíso
El Rompeolas
Carne Para Linda
El mundo necesita hombres objeto
Feo, Fuerte Y Formal
La Mataré
Ritmo Del Garaje
Cadillac Solitario
Edgar Carrasquilla @Edgar_Corleone
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