La anterior película centrada en la figura de Steve Jobs, llamada simplemente Jobs, no pasaba de ser un mediocre biopic con aspecto de telefilm. No estaba a la altura del personaje al que retrataba. Steve Jobs necesitaba de un tratamiento mucho más complejo. Ya entonces eché de menos en la escritura del guión a Aaron Sorkin, uno de los mejores guionistas de los últimos años, el tipo responsable de El ala oeste de la Casa Blanca o La red social. Parece que los astros me han escuchado y finalmente Sorkin ha escrito un guión sobre Steve Jobs.
Sorkin ha vuelto a realizar un trabajo excelente que retrata una vez más a uno de los hombres más influyentes de las últimas décadas. A Sorkin parece interesarle el poder y sus entresijos pero también cómo la gente influyente no puede escapar de las miserias del resto de los mortales. El estilo Sorkin está presente en cada línea de diálogo y se nota. Los personajes hablan sin parar mientras deambulan de un lado a otro en una frenética carrera contra el reloj. No deja de ser curiosos que Sorkin haya elegido los momentos previos a tres presentaciones cruciales de Jobs para retratar a su personaje. Sorkin no opta por el biopic al uso en el que se nos cuentan los hechos de forma ordenada o con el uso de flashbacks. Sorkin se centra en momentos clave de la vida de Jobs y los usa sabiamente para reflejar el mundo en el que vivimos. Son en esos instantes de caos y prisas en los que Sorkin se mueve como pez en el agua, sus diálogos resultan vibrantes y rezuman verosimilitud. El constante ir y venir de personajes dota a su libreto de un ritmo trepidante que puede ser excesivo algunas veces. El film parece escrito a modo de una frenética obra de teatro, dando todo el protagonismo al texto y los actores para narrar esta tragedia sobre el hombre moderno. Sin embargo, la jugada esta vez no le ha salido tan redonda a Sorkin como con su biopic sobre el creador de Facebook. En Steve Jobs que tanta verborrea incontenida y tanta repetición de esquemas pueden hacer que algunos espectadores pierdan el hilo.
Sorkin presenta un Jobs controvertido con múltiples luces y sombras, algo que ya hizo con el Zuckerberg de La red social. Jobs se nos presenta como un gran publicista que sabía lo que la gente quería y como un gran líder capaz de llevar a sus colaboradores más allá de donde ellos mismos pensaban que eran capaces de llegar. Jobs aparece en el film como un visionario atrapado en la rueda de la sociedad, siempre atendiendo a las demandas de los demás y siempre negándose a ellas. Como si cediendo o dejándose convencer dejara de ser él mismo. Tranquilos, los no iniciados en la historia de Steve Jobs o la historia de la informática no deben temer, esta película (como La red social) versa sobre personas, no sobre ordenadores. Que no se me olvide, me gustaron mucho el inicio con las imágenes de archivo de Arthur C. Clarke y la mención a Alan Turing.
Si el guión de Sorkin está a la altura del personaje, tras los mandos tenemos al irregular Danny Boyle, capaz de lo mejor y lo peor. Yo hubiera preferido repetir el tándem Sorkin-Fincher pero no ha sido posible. Lo que Fincher tiene de contenido e introspectivo, Boyle lo tiene de excesivo. Boyle dota aquí a la película de un ritmo trepidante que puede hacerse irritante por momentos. Su estilo nervioso y la ambientación entre bambalinas me indujeron a pensar que Boyle se había dejado influir demasiado por Birdman. Ya he comentado que, al igual que en el film de Iñárritu, muchos espectadores pueden verse sobrepasados por el aluvión de palabras que les caen desde la pantalla como si de una cascada se tratara. Quizás la dirección de Boyle no alcance los niveles del guión pero, al menos, no lo estropea. Lo que sí está a la altura es la pareja de actores formada por Michael Fassbender y Kate Winslet. Ambos son de los mejores actores de su generación y aquí demuestran una vez más el porqué. También Jeff Daniels y Seth Rogen están francamente bien.
Sinceramente, creo que Steve Jobs podría formar junto con La red social y Her una interesante trilogía sobre cómo la tecnología está modificando la forma de relacionarnos. Dos de ellas se centran en las personas cuyos inventos han modificado seriamente nuestra forma de comunicarnos y la otra es una mirada a un posible futuro cercano. Creo que las tres vienen a decirnos que, paradójicamente, cada vez estamos más aislados en un mundo interconectado.
No estamos ante un biopic al uso. Me da por pensar que el propio Steve Jobs le hubiera encantado esta película.
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