El pasado sábado GATILLAZO estuvieron en concierto en la Sala Penélope de Madrid y ahí estuvo AMADO STORNI para contarnos sus sensaciones:
No sé si conocerá, amigo lector, el funcionamiento de una pistola. Un proceso automático que dura centésimas de segundo, tan sencillo como tremendamente eficaz. Así son las canciones de Evaristo Páramos: sencillas pero efectivas de necesidad, bailables y a rebosar de la adrenalina de unos textos cuyo mensaje se nos hospeda en el alma sin permiso. En definitiva, canciones todas ellas que conocen a la perfección las calamidades de un mundo como el nuestro y de los atropellos a personas como nosotros.
A las nueve y media de la noche daba el pistoletazo de salida un concierto que iba a ser inolvidable, tanto por las entradas vendidas – la sala Penélope en su acertada apuesta por el caballo siempre ganador del buen gusto musical colgó una vez más el cartel de ”sold out” – como por el público asistente, tan necesitado de escuchar verdades. A “Crónicas de un cerdo”, canción que tras una acertada introducción de “El padrino” abrió la caja de Pandora más musical, le siguieron “Señor juez”, “Lehendakari”, “Mucha muerte”, la delicatessen sonora “La última patada”, “Lucky man”, con la que el público enloqueció, o “Paña”. En la justa mesura entre los temas más clásicos y los de su última entrega discográfica, titulada “Siglo XXI”, no faltaron a su obligada cita “Otra canción para la policía”, ”Hemos venido a divertirlos”, “Ultras”, “Un minuto en libertad”, “Kapitalismo”, “La jota de la derrota”, “Txus”, que volvió a enloquecer al respetable, “Áfrika”, “Siglo XXI”, con la que tras hora y media ininterrumpida dieron comienzo los bises, “Fosa común” y “Odio a los partidos”, que puso punto y final a una frenética actuación de casi dos horas de duración.
Un concierto en el que hubo de todo: esputos y mocos con los que el de Salvatierra regó el escenario, prendas íntimas femeninas, muchísimo espontáneo que se subió al proscenio para compartir sus inquietudes músico-políticas con los presentes, eslóganes pegadizos – “lo llaman democracia y no lo es” -, “moshers”, empujones, sudor, pero sobre todo sentimiento y mucho, mucho respeto. Un concierto en el que el espíritu más trasgresor y antisistema, ese que llevamos dentro los que la sociedad y sus valores nos aprieta hasta casi asfixiarnos, se dio cita en una actuación tan intensa como llena de rabia y en la que “Evas”, siempre expresivo, no solo cantó los temas sino que los interpretó con la expresividad extrema del que siente lo que dice. ¡Para enmarcar en la memoria!
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