La mayoría de críticos especializados coinciden en nombrar a Charles Chaplin, Alfred Hitchcock, David Lean y Stanley Kubrick como los cineastas más importantes a influyentes de la historia del cine británico. Bien es cierto que Chaplin desarrolló toda su carrera en los Estados Unidos, y la duda siempre ha surgido a la hora de nombrar el quinto pilar sobre el que cimentar el poder de las películas surgidas de las islas.

Es en este punto donde unos prefieren el estilismo cromático tan audaz de la dupla formada por Michael Powell y Emmeric Pressburger, otros optan por el clasicismo teatral de Laurence Olivier, incluso hay gente que prefiere la talentosa visión de James Whale o el constante grito irreducible de Ken Loach. Lo cierto es que el abanico es tan grande que podríamos discutir durante días. A mí siempre me ha fascinado el trabajo de Carol Reed, y su filmografía señala, indudablemente, a ocupar ese protagonismo que exige ese “repoker”.

Si nos dejamos llevar por el cine más reciente, hay nombres como los de Ridley Scott, Mike Leigh, Stephen Frears, Tom Hooper o Christopher Nolan que pujan por hacerse un hueco entre ese grupo de grandes nombres de la historia. Sus estilos y propuestas son tan genuinas, innovadoras e inteligentes que siguen compitiendo cara a cara con cualquier filmografía mundial, y sus obras siguen sorprendiendo, maravillando y acaparando multitud de premios y millones de espectadores. Danny Boyle, Terence Fisher, Terry Gilliam, John Schlesinger, John Boorman, Kenneth Brannagh, Guy Ritchie, Mike Newell, Sam Wood, Anthony Minghella, Tony Richardson, John Madden, John Boorman, Roland Joffé, Jack Clayton, Lindsay Anderson, Ken Russell…, la lista puede ser infinita y todos ocuparán un hueco en la historia del séptimo arte porque su legado pasará a la memoria de todos nosotros, y sus películas se convierten en imprescindibles para valorar el cine como el arte definitivo del siglo XX.

Centrándonos en Carol Reed, hay que recordar que ha dirigido a lo más granado del cine británico, desde iconos del género patrio como Alec Guiness, James Mason, Rex Harrison, David Niven o Oliver Reed, a lo más destacado del Hollywood dorado como Orson Welles, Joseph Cotten, Tony Curtis, Maureen O’Hara, Charlton Heston o William Holden, pasando por lo más granado del cine internacional, casos de Sophia Loren, Anthony Quinn, Paul Henreid, Lilli Palmer o Gina Lollobrigida.

Su carrera comienza a hacerse un hueco influenciado por la alargada mano de Sir Alfred Hitchcock. Su recurso del falso culpable, su maestría con el suspense y las dos caras de un mismo personaje le hacen componer alguna de sus películas más reconocibles en esos primeros años 40, marcados por la IIGM y por la presencia de algunos de los
nombres más importantes del incipiente cine inglés como Margaret Lockwood o Michael Redgrave. Films como “Su nombre en los periódicos”, “Las estrellas miran hacia abajo” o “Tren nocturno a Munich” pusieron a Carol Reed entre los nombres destacados, pero fue al acabar la guerra cuando aborda el triplete de obras que lo colocarán en el altar. “Larga es la noche” empieza a desarrollar un estilo propio, fusionando la tensión interna de los personajes con la externa que la propia trama rezuma. Con “El ídolo caído” ya alcanza una de sus cumbres, logrando sus primeros premios internacionales (Festival de Venecia, Círculo de críticos de Nueva York…), pero es con la nueva colaboración con Graham Greene en “El tercer hombre” cuando consigue pasar a la historia. Las imágenes de Joseph Cotten, Alida Valli, Trevor Howard y, sobre todo, Orson Welles, en esa Viena recién acabada la IIGM, se han quedado en nuestras retinas para siempre. Su éxito, plagado de premios (Oscar, Bafta, Cannes…), la ha convertido en un icono del cine mundial, y su música (obra de Anton Karas), su guión (adaptado por el propio Graham Greene), su maravillosa fotografía (ganadora del Oscar), las persecuciones por el alcantarillado de la capital austríaca, o la famosa escena en la noria, han pasado a ser obligatorias en un repaso al arte del siglo XX, porque en el fondo todos conocemos a Harry Lime de algo.

En los años 50 no encontramos ninguna gran película, pero sí apreciables muestras de talento, casos de “Se interpone un hombre”, donde repite con James Mason, intentanto estirar el chicle visual de “El tercer hombre”, “Trapecio”, que supone su primera incursión en Hollywood con estrellas del calibre de Burt Lancaster o Tony Curtis, y su mejor obra de la época “Nuestro hombre en La Habana”, con un soberbio Alec Guinness.

Y cuando ya casi nadie se acordaba de él, en la década de los 60, con el empoderamiento del nuevo cine surgido del
éxito de películas como “Bonnie & Clyde” o “Cowboy de medianoche” o la tremenda revolución provocada por la Nouvelle Vague en Francia o el Free Cinema en las Islas Británicas, se desmarca con 2 películas poderosas que le devuelven al primer plano. Por un lado nos topamos con “El tormento y el éxtasis” que nos muestra un tremendo duelo interpretativo entre Rex Harrison y Charlton Heston en los papeles del Papa Julio II y el artista Miguel Ángel durante la decoración de la Capilla Sixtina. Por otro, la sublemación de la obra de Charles Dickens en formato musical, con la fascinante adaptación del Oliver Twist del escritor inglés, donde destacan las maravillosas interpretaciones de Oliver Reed y, sobre todo, de Ron Moody como Fagin (que le valió un montón de premio, entre ellos el Oscar), así como una fascinante puesta en escena y una ambientación detallista. Fue un éxito internacional que ganó 5 Oscars, entre ellos el de mejor película y mejor director para Carol Reed, terminando de catapultar la carrera del director entre la élite del cine de las islas.

Apenas 3 o 4 años después estrenaría su última película, nada despreciable, y se retiró, para morir pocos años después de un ataque al corazón. Su filmografía nos deja un puñado de películas notables y un par de obras maestras que le sitúan como un serio candidato a ocupar ese preciado quinto sillón para el que yo le propongo.

FILMOGRAFÍA DESTACADA:

Su nombre en los periódicos (1940)
Las estrellas miran hacia abajo (1940)
Tren nocturno a Munich (1940)
Larga es la noche (1947)
El ídolo caído (1948)
El tercer hombre (1949)
Se interpone un hombre (1953)
Trapecio (1956)
Nuestro hombre en La Habana (1959)
El tormento y el éxtasis (1965)
Oliver! (1968)
Sígueme (1972)

Eduardo Garrido

CAROL REED, el quinto Beatle del cine británico

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