Clinton Eastwood jr. nació un 31 de mayo de 1930 y más de 90 años después sigue metido en el mundo del cine, actuando, dirigiendo, produciendo. Fue una de las estrellas que debía cosechar la cantera de Universal en los años 50, pero no fue hasta la aparición en la serie televisiva “Rawhide” cuando se hizo un hueco y un nombre.

Su relación con el italiano Sergio Leone en la conocida Trilogía del dólar fue la que lo encumbró a papeles protagonistas y a codearse con las estrellas del momento, como con Richard Burton en “El desafío de las águilas” (1968), Lee Marvin y Jean Seberg en “La leyenda de la ciudad sin nombre” o Donald Sutherlan y Telly Salavas en “Los violentos de Kelly”.

La suerte le acompañaba y, su unión con el director Don Siegel, con el que trabajó hasta en 5 ocasiones, terminó de auparle entre los actores más taquilleros y reconocibles. La creación de su propia productora, Malpaso, era un paso inquebrantable para ponerse tras la cámara. Ello ocurrió en 1971 con “Escalofrío en la noche” y, más de 50 años después, ya son 37 las películas dirigidas por él. El reconocimiento a su labor llegó tarde, con más de 60 años, pero ya acumula 2 Oscar como Mejor director, otros 2 a Mejor película y unas cuantas nominaciones más y distinciones internacionales, especialmente en Francia.

Aquí vamos a intentar elegir un puñado de aquellas películas en las que no actuó y se dedicó únicamente a dirigir. Amante de no dar muchas instrucciones a los actores ni de cambiar el guión que le ofrece su equipo, repetir con el mismo equipo técnico (director de fotografía, montaje, productor, editor, etc…), vamos a intentar ensalzar alguna de sus obras, más allá de las famosas sagas (“Trilogía del dólar” o “Harry el sucio”) o de aquellas obras reconocidas con galardones y estudiadas por todos. Son 5 décadas de trabajo constante, así que vamos a intentar elegir 1 por cada década de esas en las que se ocupó solo de la dirección. Puede que prefieras otras o puede que consideres ineludible poner sus éxitos más populares, pero iremos por otro lado, aunque seguro que ya las conoces o las has visto más de 1 vez. Ahí van:

 

Años 70:

Los años setenta supusieron la incursión real de Clint Eastwood en el Star System de Hollywood. El éxito de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone le llevó  a compartir trabajo con grandes estrellas como Richard Burton, Lee Marvin o Donald Sutherland, y el siguiente paso fue encabezar sus propios proyectos junto a directores como Don Siegel, Brian G. Hutton, John Sturges o Michael Cimino. La saga de Harry Callahan comenzó y el debut de Clint tras la cámara fue un hecho. Algún western o algún título de la saga podría ser el elegido, pero nos decantamos por una de esas cintas que casi nadie recuerda.

 

Primavera en otoño (1973)

En su debut como director ya dejó claro su gusto por la naturaleza, su amor por la música, por la libertad y las mujeres. Y aquí, lejos de su imagen de hombre duro, nos acerca una historia de amor.

Frank (William Holden) es un hombre maduro, separado, al que la vida ha ido creando un caparazón alrededor suyo. Breezy es una joven hippie que vive la vida, de lado a lado, sin pensar mucho más allá de la siguiente comida o dónde dormir esa noche.

Un día ella está haciendo autostop y Frank la recoge en su coche. Lo que parece una oportunidad para aprovechar la oportunidad de comer, ducharse y pasar un rato tranquila deviene en una relación romántica entre un hombre cansado de casi todo y una mujer inocente y con la mochila vacía.

Clint rueda con mucho tiento, dando espacio a los protagonistas, sin necesidad de aparecer para demostrar talento tras la cámara, siendo una gran piedra de toque para desarrollar todas sus capacidades en el futuro. Aquí tiene la suerte de contar con una jovencísima Kay Lenz, desplegando sonrisas, ingenuidad y ganas de vivir, y con William Holden, uno de los mejores actores de la historia. Entre ambos, casi sin necesidad de mucho más, arman una historia de incipiente amor crepuscular, simple, sin necesidad de artificios, tan bonita como bien contada. El inicio de la demostración de un talento natural que no pararía de crecer.

 

Años 80:

La década ochentera supuso un antes y un después en el Clint Eastwood director. Comenzó con cintas mediocres con éxito de taquilla como “La gran pelea”,  “Bronco Billy” o “Firefox, el arma definitiva”, y salvo alguna excepción como “El aventurero de medianoche” o “Impacto súbito”, no veíamos signos de maestría o futuro más allá del tirón taquillero que suponían sus propuestas. Sin embargo llegó “El jinete pálido” a mitad de la década, o “El sargento de hierro”, que obtuvo un gran éxito entre el público y ha dejado huella en la memoria cinéfila de una generación, pero aquí debemos hacer hincapié en la unión del arte cinéfilo y musical, dando pie a una cinta especial y muy recordada por los amantes del jazz.

 

Bird (1988)

Clint Eastwood se lanza a abordar una de sus pasiones, el jazz, filmando un biopic sobre uno de los iconos más grandes del género: Charlie Parker. Clint Eastwood, ciñéndose a las labores de dirección, nos cuenta una historia de amor, entre Charlie y la música, entre Charlie y una mujer, entre Charlie y el alcohol y las drogas, una historia de amor entre un director de cine y el jazz.

Charlie Parker (Forest Whitaker) es el hombre, Chan (Diane Venora) es la mujer, y la heroína es la droga. La noche, los clubs, las mujeres, la música, las drogas, la policía, New York City, California, la gira por el sur, todo es parte de la historia de los años 50 en Estados Unidos. Y Clint nos lo cuenta de una forma sublime, oscura, trágica, homenajeando al músico y llorando por sus traumas, celebrando su música y maldiciendo esa úlcera que le acercó al dolor y a la adicción.

Es el acercamiento definitivo de Clint Eastwood a la dirección, al reconocimiento crítico, al estudio de un estilo, a la afirmación de un don. Se apoya en sus técnicos de confianza, habituales como Lennie Niehaus en la música, Joel Cox en el montaje o en la confirmación de Jack N. Green en la fotografía, pero sobre todo en la figura de Forest Whitaker como protagonista absoluto de la cinta.

Obtuvo cierto prestigio en los premios cinematográficos del año (1 Oscar, 1 Globo de oro, Mejor actor en el Festival de Cannes…), pero sobre todo, más allá del western o el cine de acción, nos descubrió a un director de cine único, especial, con algo que contar de una manera especial y propia.

Después llegaron los reconocimientos internacionales masivos y la aclamación popular, pero aquí vemos a ese tipo alto, rudo y mal encarado, que tiene una capa tierna y sensible, propia de aquellos que tiene algo especial.

 

Años 90:

En los 90, Clint ya era un reconocido director de cine. Había logrado éxitos de taquilla y de crítica, su reconocimiento internacional era indiscutible y, pese a que seguía protagonizando proyectos ajenos como “En la línea de fuego”, nos regaló alguna de las joyas cinematográficas de varios géneros. El western siempre tendrá a “Sin perdón” entre sus iconos, el cine romántico podría representarse con “Los puentes de Madison”, o la mezcolanza de géneros, road movie, intriga, secuestro, drama…, podría encabezarse con “Un mundo perfecto”. Puestos a elegir y fuera de los mencionados, ya conocidos por todos, nos decantamos por otra de esas joyas medio escondidas en su filmografía, donde las actuaciones y la mística del escenario compactan una obra a recuperar.

 

Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997)

Adaptación de la novela de John Berendt de la mano de un Clint Eastwood que ya hace mucho que dio el paso de director a Director de Cine, con mayúsculas. Su manejo de la cámara, de la técnica cinematográfica, de las emociones que la filmación va desprendiendo, es sublime.

Nos traslada a Savannah (Georgia), ciudad del sur de Estados Unidos que aloja muchos secretos, muchas tradiciones y un sinfín de personajes característicos que crecen sin medida ante el juicio por asesinato contra una de las insignes figuras de la sociedad local.

Jim Williams (Kevin Spacey) es acusado del asesinato de Billy Hanson (Jude Law), uno de sus empleados, conocido chapero, y convierte la llegada de un joven escritor neoyorkino en un minucioso destripe de los personajes que habitan la ciudad. Su entrevista para una revista de hogar sobre la famosa fiesta de Navidad de Jim pasa a ser un libro que ahonda en los profundos misterios de Savannah.

John Kelso queda atrapado por la fauna que decora la ciudad, un millonario coleccionista homosexual, su amigo abogado, una drag queen, una médium que recorre los cementerios con sus embrujos, un vecino rodeado de insectos que transita con un bote lleno de veneno, etc… Clint nos da un paseo por los barrios emblemáticos de la ciudad, con una mirada calmada y sosegada regada de extravagancia, humo, alcohol y sangre.

 

 

Años 00:

Volvemos a una década que engloba varios de sus trabajos más sobresalientes. “Million dollar baby”, “Cartas desde Iwo Jima” o “Gran Torino” podrían ser parte de cualquier reportaje o especial sobre Eastwood. Su incursión en el drama, el thriller, el biopic deportivo o la II guerra mundial, podrían llenar de letras cualquier página. Su consolidación y aceptación estilística le llevó a ser uno de esos directores en que cabe la expresión “una peli de Eastwood”. Su trabajo incansable y constante nos dejaba 1 o 2 películas por año, y todas ellas o la gran mayoría con su sello personal. Me ha resultado especialmente difícil elegir una cinta que represente a esta década, pero había que hacerlo y el monumental reparto de la misma me decanta por esta.

 

Mystic river (2003)

Dennis Lehane es uno de los mejores novelistas americanos de la actualidad y Mystic River uno de sus mejores libros. Brian Helgeland fue el responsable de su adaptación al cine y Clint Eastwood el elegido para dirigirla. Con un reparto espectacular, con Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Laurence Fishburne, Laura Linney y Marcia Gay Harden al frente, nos adentramos en un drama criminal que da tanta importancia a la investigación policial como al drama personal de cada uno de los protagonistas.

Un drama infantil que marcó a Dave, Jimmy y Sean cuando eran niños vuelve a acercarles cuando son mayores. Katie, hija de Jimmy desaparece y es encontrada asesinada. Jimmy perdió a su esposa, madre de Katie, y volvió a casarse con Annabeth. Dave se casó con Celeste y emparenta familiarmente con Jimmy que llegó a pasar por la cárcel. Y Sean es policía, encargado de la investigación y búsqueda de Katie. Todos los dramas personales vuelven a surgir y el drama vuelve a juntarlos.

Clint Eastwood, también responsable de la música de la película, exhibe una maestría pocas veces vista para aunar el thriller policial y el drama familiar de una forma tan majestuosa. Las famosas tomar aéreas de Clint chocan con esos primeros planos llenos de dolor. Boston es famosa por sus equipos deportivos, los inmigrantes irlandeses católicos y, desde hace unos años, por su lado oscuro. Y aquí lo vemos de una manera tan cercana y hermosa que acercó a Clint al umbral de los más grandes.

Sean Penn y Tim Robbins obtuvieron un Oscar por sus extraordinarias interpretaciones, de las 6 nominaciones con que contaba el film, en ese año en que las pantallas se llenaron de enanos, elfos, hobbits y demás criaturas de la Tierra Media.

 

Años 10:

Iniciando la década con trabajos tan pulcros en lo técnico como irregulares en el fondo, casos de “Más allá de la vida” o “El francotirador”, llegan unas cuantas películas tan alabadas por ciertos sectores como criticadas por otros. “Jersey boys”, “Sully” o “Mula”, pero podemos casi asegurar que, al borde de entrar en la edad noventera, nos deja su último trabajo notable tras las cámaras, contando una historia real que supuso una conmoción en Estados Unidos, donde los medios de comunicación actuales demuestran que dejan mucho que desear.

 

Richard Jewell (2019)

Clint Eastwood seguía con su repaso a la historia estadounidense del siglo XXI, tras “J. Edgar” sobre la vida de Hoover, director del FBI durante casi 50 años; “Jersey boys”, que retrataba la historia real de un grupo de jóvenes descarriados que montaron un grupo y alcanzaron el éxito en la década de los 60 con Frankie Valli como estrella; “El francotirador” que relata la vida de un soldado norteamericano (Chris Kyle) en la guerra de Irak, como el tirador con más muertes en su carrera militar; o “Sully”, que cuenta el drama que pasó el piloto “Chesley “Sully Sullenberg y sus decisiones al frente del vuelo 1549 de US Airways.

Aquí cuenta lo vivido por Richard Jewell, un guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta’96 que resultó investigado como principal culpable de un atentado terrorista  en un Parque público durante los Juegos. Su relación con los medios de comunicación es conocidamente hostil y aprovecha estos hechos para cargar contra ellos, cuyo sensacionalismo y afán de espectáculo, sin pensar en las consecuencias, convierte a un héroe en un criminal, carnaza para todos y principal cebo del público, tanto por su aspecto como por la crítica cruel de los medios.

El elenco está fantástico, desde Paul W. Hauser como protagonista, hasta Sam Rockwell como su abogado, Jon Hamm como el agente del FBI encargado de la investigación, Olivia Wilde como periodista sin escrúpulos que emplea todas sus armas para lograr sus objetivos y, especialmente, Kathy Bates como la madre del investigado que logró varios premios por su trabajo comedido y sofisticado.

Clint acerca la cámara cuando el drama lo merece y la aleja cuando desea retratar otros aspectos más cuadrantes, pero acierta en subrayar la personalidad de cada personaje y la soledad familiar frente al tumulto que espera en la puerta de su casa.

Una cinta notable que merece un visionado más calmado y tranquilo, que tiene una segunda capa más profunda y merecedora de atención.

 

La última década, que actualmente vivimos, la dejamos fuera porque apenas la hemos comenzado y, pese a que Clint sigue trabajando, aún no ha dejado más que su empeño en seguir en la industria.

Seguramente estarás en desacuerdo con las películas elegidas, o no las hayas visto, o puede que no te interese en absoluto el cine de Clint Eastwood, pero una sola persona que utilice un par de horas de su vida para ver una de las cintas nombradas aquí harán de este homenaje sin pretensiones un éxito absoluto. Gracias por leer, gracias por estar ahí.

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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