Para muchos (entre los que me incluyo) “Los enemigos” ha sido banda sonora de algún momento de nuestras vidas, discos que han marcado época desde su primer “Ferpectamente”, “La vida mata”, “la cuenta atrás” o “Gas”. Pasión que comparto con amigos con los que he compartido momentos inolvidables: viajes en coche a Cáceres con el cineasta extremeño Julián Franco Lorenzana escuchando sus discos mientras que íbamos a la presentación de uno de sus documentales o a la de mi primer corto en el barrio de “La Madrila” o un concierto de Josele Santiago en solitario en la extinta Sala Supersonic de Cádiz junto a otro gran admirador como es el bajista de los gaditanos Saurom Jose Gallardo. Un pasado que no volverá, parte de lo que Flaubert denominó “la educación sentimental”.
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Bestieza Cover – Los Enemigos
Dejando a un lado los territorios de la nostalgia, donde tan a gusto nos encontramos algunos, “Los enemigos” es la banda que mejor ha sabido transmitir la imposible unión entre lo culto y lo “canalla”, letras ácidas cantadas de esa manera tan única y personal en un conjunto inimitable y original. Sigue Josele Santiago de “cabeza visible” como voz y guitarra, junto a Fino Oyonarte de bajista y voz y Chema “Animal” Pérez a los parches, al que se une ahora como miembro de pleno derecho David Krahe, guitarra en “Los Coronas” y “Corizonas”. Tras la reunión en el 2012 y el último Lp, el “flojo” “Vida inteligente”, con este nuevo “Bestieza” han conseguido devolver el grato sabor de sus mejores obras. Una genialidad de poco más de treinta minutos. Diez canciones que componen una nueva genialidad que hará las delicias de sus múltiples seguidores.
“Bestieza” comienza fuerte con su “sencillo” “Siete ml canciones”, “power pop” de “altos vuelos”, a la altura de sus intemporales clásicos, con estupendos coros y guitarreos. “Vendaval” nos sigue transportando a lo mejor de finales de los ochenta y noventa, con esa fusión de Rymth& Blues, pop y rock, con frases tan absolutas como : “- No quiero saber nada de algoritmos. Nunca me he creído la predestinación. Y tu aparición me saca, como siempre, de mi error-“. “La ofensa” sigue ese alto tono, donde los fraseos de Josele Santiago siguen siendo protagonistas. “-Hoy finges no saber. Mañana fingirás. Lo recordarás. Eres gente. Puta gente-“. Toda una declaración de intenciones, como la de “Menos que un perro”: “-No soy grato al paladar. Amargo. Correoso hasta el final. Da igual-“. “La costumbre” es el primer medio tiempo, eso sí, a ritmo de blues. Canción de cinco minutos, la más larga del álbum pero preciosa y que sirve de prolegómeno a más “power pop” bien construido como “Mar de sendas”, donde destacan las distorsiones y el “fuzz”. La rareza de “Bestieza” es “Océano” donde canta Fino Oyonarte en el corte más pop. Pero poco dura porque “Sacrilegio sideral” nos devuelve a esos ripios espectaculares “marca de la casa” de Josele Santiago, en un medio tiempo que juega entre el jazz y el blues. “Hey Judas” suena muy garajero, recordando, en más de un momento, al “grunge” noventero de unos, por ejemplo, Nirvana. Y tras la tempestad llega la calma con “El rey pescador”, un final adecuado al Lp. Fraseos con ritmo bluesero que nos trae a la mente genialidades como el “Paquito” de “La vida mata” en su estructura.
Un trabajo para degustar, escuchar varias veces, con una copa de Valdepeñas en una mano y otra de Moët Chandon en la otra. Como decían en el inicio de una de sus obras maestras “Brindis”: “-Podría hacer daño el agua y no el licor. Podrían los años no pasar factura al portador. Podría ser… pero no-”
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