Los odiosos ocho (The hateful eight)

Tras casi 25 años de desigual y polémica carrera, no procede seguir considerando a Quentin Tarantino como un rebelde con ganas de impactar al espectador a base de violencia y diálogos ingeniosos. Su cine es puro reciclaje, es cierto, pero nadie recicla como él.

 El octavo film de Tarantino se podría haber publicitado como La película que casi no fue o La película que el destino no quería que vieras. Cuando el proyecto estaba en preproducción hubo una filtración del guión, supuestamente por parte del agente del actor Bruce Dern. Dicha filtración hizo desanimó a Tarantino y le hizo abandonar el proyecto. Pasado un tiempo y tras una lectura del guión con los actores, Tarantino modificó el texto y se decidió a rodar su película. Incluso siguió con su empeño de rodarla en 70mm, toda una extravagancia que no hacía más que dificultar su distribución en salas comerciales ya que este formato ya no se usa desde hace décadas. En los últimos años únicamente Interstellar y The Master se han proyectado en este formato en las escasas salas habilitadas para ello. Tampoco parece que tenga ninguna lógica rodar en 70mm una película que transcurre casi toda en interior. Pero Tarantino cuenta con el respaldo de los Weinstein, todopoderosos amos del Hollywood actual, y cualquier capricho se le suele conceder.

También lo tuvo difícil a la hora de lograr que el maestro Ennio Morricone escribiera la banda sonora de una película suya. El anciano maestro no comparte la forma de utilizar la música de Tarantino y salió bastante escaldado de sus anteriores colaboraciones. Tarantino se salió con la suya una vez más. Sin embargo, poco antes del estreno hubo otra filtración y la película estaba disponible para su descarga en las redes semanas antes de llegar a las salas comerciales. Todo parecía estar en contra de esta película, pero era ya muy tarde para echarse atrás y finalmente se ha estrenado.

Los odiosos ocho es puro cine de Tarantino trasladado al lejano oeste. Estamos ante su enésimo ejercicio de reciclaje, sin embargo, opino que estamos ante el mejor libreto de Tarantino desde hace mucho tiempo. Me gustó la presentación de los personajes, hacía mucho que Tarantino no me sorprendía gratamente con sus diálogos y sus flashbacks. Todo el pasaje en la diligencia me parece muy logrado, de lo mejor de su autor desde Kill Bill. Estamos ante su obra más equilibrada en mucho tiempo. Sus últimas películas tenían buenos momentos aislados pero en conjunto no resultaban films coherentes. Ni Malditos bastardos ni Django desencadenado (ni hablemos de Death Proof o Planet Terror) me dejaron el regusto a buen cine que sí me ha dejado The hateful eight.

Tampoco vayamos a creernos ahora que este tipo ha reinventado el séptimo arte con esta película. Ni mucho menos. Pero su historia es original a base de coger elementos de sitios tan dispares como las novelas de Agatha Christie y llevarlas a una cabaña en mitad de una tormenta en el lejano oeste. Estamos ante un Whudunit en toda regla. Es decir, una trama detectivesca para descubrir quién es el culpable. Tan simple como eso. Con una excelente presentación de personajes y un soberbio desarrollo de la trama, el amigo Tarantino nos entrega un film que se hace ameno durante buena parte de su excesivo metraje. Tarantino construye un guión inteligente que mantiene al espectador siempre en vilo. Admito que le sobran algunos minutos hacia el final pero no se me hizo tan pesado como, por ejemplo, Django Desencadenado. El hilo conductor del film siguen siendo esos diálogos endiablados y esos relatos que harán las delicias de cualquier aficionado a este director. Tarantino parece haber destilado su fórmula para dar lo mejor de sí. Me gustaron mucho ciertos elementos como la carta y todo lo que tiene que ver con ella. Tarantino es tan consciente de su estilo que se permite el lujo de narrarnos él mismo con su propia voz  parte de los hechos (indispensable ver esta cinta en versión original). También divide la acción en capítulos y obviamente la sangre es algo que no falta en su película. Puro Tarantino. De hecho, al film que más se parece The hateful eight es a Reservoir dogs, en ambos los personajes están atrapados y deben desenmascarar a uno de ellos que no es quien dice ser. Así pues, The hateful eight se podría considerar como un Reservoir dogs en el oeste.

Por cierto, quizás sean cosas mías pero creo que The hateful eight es una despiadada metáfora de la sociedad americana. Esa cabaña viene a ser una enorme olla a presión en la que el conflicto es inevitable y sólo es cuestión de tiempo que explote. Tenemos representantes de la ley que son poco de fiar, caza recompensas con firmes principios, sureños racistas, mujeres golpeadas, mexicanos, ingleses con aires de superioridad, ciudadanos que se niegan a separarse de sus armas y negros que han aprendido a usar las armas que han heredado de los blancos. Todo un crisol que podría considerarse como el caldo de cultivo que ha generado la sociedad americana actual. Ahí lo dejo.

Para poner en marcha todo este complejo castillo de naipes Tarantino necesita una vez más de actores que estén a la altura. Ahí tenemos a actores ya habituales en su filmografía como Kurt Russell, Tim Roth, Michael Madsen o Samuel L. Jackson. Todos están más que perfectos y se mueven como pez en el agua en esa pecera llena de tiburones que es la cabaña. Pero de todo el reparto yo me quedo con una sensacional Jennifer Jason Leigh. Me encantó su personaje y la forma de plasmarlo de esta señora, una lástima que su trayectoria ha pasado con más pena que gloria en los últimos lustros. Quizás esta película suponga el espaldarazo definitivo para su carrera, ya sabemos lo que les gusta a los yanquis lo de reflotar carreras hundidas en el olvido.

Lo dicho, lo mejor de Tarantino en mucho tiempo.