Lo primero que tiene que tener uno en esta vida es humildad, y la gallardía suficiente como para reconocer los propios defectos. Un buen día me presento en el Stereo (nunca me cansaré de decir lo que me mola estar mirando los posters de las paredes antes de que empiecen las movidas) porque mis amigos los Histamínicos presentan la banda. Su primer bolo, nada menos. Iba a venir una banda a hacerles el salve, pero hay cambio de planes en los últimos días y vienen cuatro tipos de Irún. Las cosas como son, me presenté delante de ellos habiéndoles visto un par de cideoclips sueltos, sin ninguna pretensión más que pasar un buen rato. Siempre conviene escuchar a gente que sabe más que uno, y mi colegui Julio Cuarentena, que tiene el culo más pelado que yo, resumió perfectamente el sentir general: “De las veces que he ido a un concierto sin conocer de nada a la banda, ha sido la que más impresionado he salido”. Coincido totalmente. Sin mucho alarde ni mucha parafernalia: batería, bajo y dos guitarras (todo Gibson), dejar la chaqueta, subir al escenario, un, dos tres… ¡Inductions!

[divider]FAST FOOD[/divider]

Fast food. La primera la que da nombre al álbum. Empieza la batería como los Green Day en Know your enemy pero con el metrónomo en hiper velocidad, un poco de guitarra por aquí y cuando entra el bajo estalla un punteo tremendo por la otra banda. Aclaración importante: The inductions no tiene jerarquía. No hay un cantante, un guitarra rítmica, uno que hace los solos… cantan los tres de cuerda, puntean los tres, y con ese “caos” desprenden una energía que en directo te dejan con los ojos haciendo chiribitas. Lo bueno de esta banda es que saben diseñar estribillos a prueba de tropes. Aunque no te apañes con el pitinglis, no problemo. Pocas palabras, alargadas, por encima de una guitarra pela púas. Fast food / If you like fast food!. Esto no se canta, se vocea.

 

 

(Hey Hey) I´ll Go My Way. No llevan doble bombo, lo que quiere decir que Dani usa doble pedal, como mi amigo Marcelo. Eso o que tiene el pie más rápido a este lado del Mississippi. Sea como fuere, otro chute de adrenalina. Me recuerdan a los primeros Airbourne, los de Running wild, pero aún más desbocados. Repito: el punto fuerte de estos cuatro txuribelz son los estribillos. (Hey Hey) I´ll Go My Way. Cantan y corean todos, y dan esa impresión de multitud cantando, como si fueran doce músicos en vez de cuatro. Si los tienes delante, te llevan arrastrando de las solapas.

The Reason. Bajan un pelín el tempo, sin dejar de ser una locura. Las estrofas han perdido distorsion loca para tener unos riffs más densos, más contundentes. La voz principal ha cambiado otra vez de cetro, en esta ocasión es más grave, más rasgada, lo que hace que cuando llegan los estribillos con Pablo, el bajista, que tiene la voz algo “menos contundente” (vale, definición chunga, patente en trámite) se cree una amalgama de coros, como en Wembley mientras Mercury hacía lo de Eooo. Han invertido papeles: Los roncos a primer plano, los más “pop” a los coros. ¿Qué se consigue? Otra fuerza en there is no reason to cry when you fall down. Down! Interesante cambio de registro. Es una manera muy ocurrente, sin cambiar la receta, de mantener la frescura compositiva. Cojonudo ese final en seco que es otra seña de identidad de la banda, pero tiene un truco. Mira a Pablo, si se está riendo, es que van a finiquitar el tema de golpe, dejándonos al público sin saber si aplaudir o no.

 

 

One Way Ticket. Cualquiera que sepa algo de poesía (que venga y me dé clases) o de prosa poética se centra no sólo en el mensaje, sino en la forma de decirlo. La sonoridad, el ritmo… es tan importante como lo que se quiere transmitir. En este caso pongo la mano en el fuego que es pretendido ese TickeT, esa doble T que da una sonoridad diferente a una canción que suena a rock sesentero, de ese de banda sonora de peli de Tarantino, o de peli de serie b donde se levantaban a bailar hasta las momias. One ticket, one Ticket, one Ticket, One way ticket to go. Unido al doble golpe de caja y el punteo de guitarra por debajo, consiguen un equilibrio perfecto. ¿He dicho que la fuerza de The Inductions son los estribillos?

 

 

Sergeant Albatross. Podrían llamar a Pete Doherty, o a Sylvain Sylvain para que la versionaran. Es como la guitarra de The Libertines, o de los Stooges con la batería y el bajo de AC/DC. Base contundente, acabado en locura. No sé si me estoy explicando, pero así en pocas palabras: una descarga eléctrica. Todo energía, todo descontrol, una locomotora con cañones de pirotecnia en el morro.

 

 

Buh, no me puedo creer que haya durado apenas diecisiete minutos. Si tengo que sacar una conclusión es que The Inductions es un buen grupo desde el que iniciarse. Para alguien que no ha escuchado nunca rock, ese sobrin@/hij@ adolescente. The Inductions tienen la fuerza, la diversión y las raíces que puede llevarte a otras bandas, a otros estilos que a lo mejor no tengan mucho que ver, pero sí que es innegable la influencia. Salí del concierto con los ojos como platos y termino esto influido por la velocidad. Joder, si es que tengo hasta prisa.

Para contactar con la banda, los enlaces.

 

Bandcamp  https://theinductionsband.bandcamp.com

Facebook: https://m.facebook.com/200471915366

Twitter: https://mobile.twitter.com/inductions_the

 

 

 

 

 

THE INDUCTIONS – FAST FOOD 2018

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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